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ARTE DE LA PINTURA.
En los incendios se ha de atender á la diferen-
cia de los fuegos para el colorido, para que las lla-
mas sean de diferentes colores y el humo tam-
bién, conformejá la cosa que se quema; y las luces
han de cercar el perhl de las figuras de la parte que
vienen, de lo más oscuro, conforme al colorido de
las llamas: esta diferencia se ve en el natural con
distinción. Hasta aquí este autor.
Pienso que algunos me agradecerán el haberles
comunicado estos preceptos, que aunque parecen
fáciles y vulgares tienen (á mi ver) viveza y espíri-
tu como de hombre advertido, los cuales pudieran
haber tenido otro lugar, pero hállelos después en el
aparato de mis papeles y para los de esta facultad
donde quiera tendrán estimación. Por todo lo que
habernos escrito en el primero y segundo libro, se
manifiesta cuán grande es esta noble arte de la pin-
tura, y cuán dificultosa de alcanzar, como lo pon-
deró gravemente el doctísimo Alberto Durero, con
cuyas palabras daremos honroso remate á este ca-
pítulo.
Dice así:
«Mas nadie se maraville que tantas y tan diversas
"Cosas puedan venir á la memoria al enseñado artí-
"íice, á las cuales el espacio de la vida no basta,
"porque la brevedad de ella nos constriñe á dejar-
nos, por ser las que ocurran innumerables." Y más
adelante:
"Pero muchas veces cae en suerte á alguno tal
"ingenio y tal suceso de obra, que ni en su siglo ni
"en otros siguientes tenga semejantes. Lo cual se
"puede entender de las reliquias de los antiguos,
ARTE DE LA PINTURA.
En los incendios se ha de atender á la diferen-
cia de los fuegos para el colorido, para que las lla-
mas sean de diferentes colores y el humo tam-
bién, conformejá la cosa que se quema; y las luces
han de cercar el perhl de las figuras de la parte que
vienen, de lo más oscuro, conforme al colorido de
las llamas: esta diferencia se ve en el natural con
distinción. Hasta aquí este autor.
Pienso que algunos me agradecerán el haberles
comunicado estos preceptos, que aunque parecen
fáciles y vulgares tienen (á mi ver) viveza y espíri-
tu como de hombre advertido, los cuales pudieran
haber tenido otro lugar, pero hállelos después en el
aparato de mis papeles y para los de esta facultad
donde quiera tendrán estimación. Por todo lo que
habernos escrito en el primero y segundo libro, se
manifiesta cuán grande es esta noble arte de la pin-
tura, y cuán dificultosa de alcanzar, como lo pon-
deró gravemente el doctísimo Alberto Durero, con
cuyas palabras daremos honroso remate á este ca-
pítulo.
Dice así:
«Mas nadie se maraville que tantas y tan diversas
"Cosas puedan venir á la memoria al enseñado artí-
"íice, á las cuales el espacio de la vida no basta,
"porque la brevedad de ella nos constriñe á dejar-
nos, por ser las que ocurran innumerables." Y más
adelante:
"Pero muchas veces cae en suerte á alguno tal
"ingenio y tal suceso de obra, que ni en su siglo ni
"en otros siguientes tenga semejantes. Lo cual se
"puede entender de las reliquias de los antiguos,