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Sztuka Ameryki Łacińskiej — 4.2014

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Dimeo, Carlos: Teatro Evangelizador: memoria, repertorios y prácticas culturales en México hacia el siglo XVI: (actos en/de transferencia)
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https://doi.org/10.11588/diglit.52437#0112
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108

Carlos Dimeo,

América Hispánica. Precisamente allí está nuestro eje central, es asentar que:
la producción cultural de la hispanización consistió en construir en cierto modo
el tejido, el proceso hacia el cual las etnias se podrían evangelizar, en este caso
usando como medio el teatro; pero que a la postre fueron sin lugar a dudas una
abigarrada experiencia comunicacional, cultural. Y un proceso, por supuesto en
lo que atañe a cualquier proceso de gestión de la comunicación, que forjó una
cantera fecunda para la construcción del poder colonial y los objetivos ideoló-
gicos que el imperio español de entonces se había trazado. Y esto se sucedió
no solamente por una vía, sino por dos o más, puesto que en los siglos XVII
y XVIII se desarrollaron, ahora sí efectivamente, en el México ya evangeliza-
do, una fuerte industria teatral. En sí, que durante el siglo XVI, avistamos a un
nuevo modo de pensamiento, a un otro nuevo proyecto cultural, a una nueva
geografía comunicacional a partir de la cual se gestó en los «indios» el trazo de
imperativo categórico34 que dejó el proyecto hispánico y que tendría su caudal
ideológico en manos del poder eclesiástico, como sustrato psíquico de una épo-
ca. Bien nos lo reafirma el título del cuadro de Francisco de Goya: «la letra con
sangre entra». Volviendo al texto de Riveros, en su introducción presenta algu-
nos de los detalles que impulsaron esta gran industria cultural de los francisca-
nos, Riveros apunta lo siguiente:
La actividad escénica novohispana, de esencia europeizante, surgió hacia
fines del primer tercio del siglo XVI, por medio de la dramaturgia culti-
vada por los franciscanos para evangelizar a los indios apenas introdu-
cidos en el cristianismo. Se trató, pues, de una teatralidad didáctico-reli-
giosa, que en esencia no pretendió ofrecer un espectáculo por sí mismo
ni mucho menos con un propósito estético-literario, aunque en ocasiones
y marginalmente la tramoya franciscana haya derivado hacia el atractivo
visual, a través de elementos de la naturaleza (animales vivos y vegeta-
ción), del vestuario colorido y de la utilización de fuegos artificiales, todo
ello con el afán de atraer indígenas que eran objeto de evangelización.
No obstante, el teatro franciscano en ningún momento perdió su idiosin-
crasia sacra y formadora de indígenas cristianizables, que, por otra parte,
intervenían fundamental y directamente en la creación teatral, como ac-
tores, músicos, danzantes o escenógrafos, además de ocuparse tal vez de
la traducción, redacción o revisión de los textos en náhuatl, que resulta-
ban imprescindibles para satisfacer la intención evangelizadora35.
Tratar de enlazar las ideas que proyectaron los franciscanos y tantos otros
a través de su, poco estudiado, «teatro evangelizado!'», junto a las nociones
sobre comunicación de la cultura que dominan hoy, en sobre lo que son y a lo

34 Kant 1998.
35 Riveros 2004: 45.
 
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