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Miriam Judith Gallegos Gómora y Ricardo Armijo Torres
en figurillas de barro. Ellas por ejemplo, tenían permitido a diferencia del res-
to de las mujeres, asistir a ciertas ceremonias como ocurría en los sacrificios de
año nuevo cuando debían bailar en el templo para aplacar a la deidad Yoxcocah-
mut.u También eran responsables del especializado trabajo del aserrado dental;
asistir en los partos y participar en la atención de los niños. Aparecen también
junto a infantes que tienen entablillada la cabeza, lo que indica que estaban re-
lacionadas con el proceso de la deformación craneal.
Un dato interesante es que el otro tipo de figurilla femenina que fue retra-
tada usando enredo, son jóvenes de pechos apenas incipientes, que se encuen-
tran de pie y por lo general con uno o ambos brazos en alto. Han sido identi-
ficadas como oradoras, por su pose. Sólo llevan orejeras, y a diferencia de las
ancianas, su cabello está peinado con raya al centro cayendo hasta los hombros.
Ocasionalmente llevan una diadema sobre la frente o una banda decorada cru-
zando el pecho en diagonal [fig. 6], Las figurillas de jóvenes oradoras pueden
situarse hacia el Clásico Tardío, cuando ocurre la llegada de elementos del Al-
tiplano Central -teotihuacanoides-, utilizados como rasgos de prestigio en dife-
rentes manifestaciones artísticas del área maya. Y si bien se ha señalado que los
centros productores de este tipo de piezas se encontraba en la región de las lla-
nuras aluviales de Tabasco y Veracruz, es evidente que la figura de estas jóve-
nes era reconocible y usada en actividades rituales que compartían los pueblos
ubicados a todo lo largo de la costa del Golfo de México, desde el sur de Ve-
racruz, pasando por Tabasco hasta el norte de Campeche, incluyendo algunos
sitios tierra adentro.
Las figurillas retratan jóvenes que coinciden con las figuras y descripción
de la Diosa I que aparece en los códices postclásicos Madrid y Dresde, por lo
que se propone que podrían haber sido imágenes portátiles de ésta o de una de-
idad anterior con atributos semejantes relacionados con la fertilidad. Son piezas
que han sido descubiertas en contextos domésticos, sugiriendo que su uso acon-
teció al interior de estos espacios en ceremonias familiares.11 12
El enredo constituyó la vestimenta común para realizar las actividades
cotidianas de las mujeres en general. Cabe mencionar que esta prenda continuó
utilizándose hasta finales del siglo XX por las indígenas mayas yokot ’an del ca-
luroso estado de Tabasco, en comunidades alejadas de los asentamientos urba-
nos como lo registran varias fotografías históricas [fig. 7].
11 Landa 1978:65-66, 68-69.
12 Gallegos 201 la:41-70.
Miriam Judith Gallegos Gómora y Ricardo Armijo Torres
en figurillas de barro. Ellas por ejemplo, tenían permitido a diferencia del res-
to de las mujeres, asistir a ciertas ceremonias como ocurría en los sacrificios de
año nuevo cuando debían bailar en el templo para aplacar a la deidad Yoxcocah-
mut.u También eran responsables del especializado trabajo del aserrado dental;
asistir en los partos y participar en la atención de los niños. Aparecen también
junto a infantes que tienen entablillada la cabeza, lo que indica que estaban re-
lacionadas con el proceso de la deformación craneal.
Un dato interesante es que el otro tipo de figurilla femenina que fue retra-
tada usando enredo, son jóvenes de pechos apenas incipientes, que se encuen-
tran de pie y por lo general con uno o ambos brazos en alto. Han sido identi-
ficadas como oradoras, por su pose. Sólo llevan orejeras, y a diferencia de las
ancianas, su cabello está peinado con raya al centro cayendo hasta los hombros.
Ocasionalmente llevan una diadema sobre la frente o una banda decorada cru-
zando el pecho en diagonal [fig. 6], Las figurillas de jóvenes oradoras pueden
situarse hacia el Clásico Tardío, cuando ocurre la llegada de elementos del Al-
tiplano Central -teotihuacanoides-, utilizados como rasgos de prestigio en dife-
rentes manifestaciones artísticas del área maya. Y si bien se ha señalado que los
centros productores de este tipo de piezas se encontraba en la región de las lla-
nuras aluviales de Tabasco y Veracruz, es evidente que la figura de estas jóve-
nes era reconocible y usada en actividades rituales que compartían los pueblos
ubicados a todo lo largo de la costa del Golfo de México, desde el sur de Ve-
racruz, pasando por Tabasco hasta el norte de Campeche, incluyendo algunos
sitios tierra adentro.
Las figurillas retratan jóvenes que coinciden con las figuras y descripción
de la Diosa I que aparece en los códices postclásicos Madrid y Dresde, por lo
que se propone que podrían haber sido imágenes portátiles de ésta o de una de-
idad anterior con atributos semejantes relacionados con la fertilidad. Son piezas
que han sido descubiertas en contextos domésticos, sugiriendo que su uso acon-
teció al interior de estos espacios en ceremonias familiares.11 12
El enredo constituyó la vestimenta común para realizar las actividades
cotidianas de las mujeres en general. Cabe mencionar que esta prenda continuó
utilizándose hasta finales del siglo XX por las indígenas mayas yokot ’an del ca-
luroso estado de Tabasco, en comunidades alejadas de los asentamientos urba-
nos como lo registran varias fotografías históricas [fig. 7].
11 Landa 1978:65-66, 68-69.
12 Gallegos 201 la:41-70.