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Daniel Ruiz Cancino
en este estilo son las piernas que presentan mayor volumen en los muslos ade-
más que manos y pies son muy pequeños o no están representados. La decora-
ción la realizan con colores negro y rojo, sobre rostro y torso como decoración
o vestimenta, pueden portar orejeras de aros múltiples o una perforación en los
lóbulos, ocasionalmente presenta aplicaciones para representar ajorcas o colla-
res. En las figuras femeninas sobresalen los pechos desnudos o la representa-
ción vaginal, las piernas gruesas exaltan el sentido femenino de estas piezas.
Como se denota, en las esculturas del occidente prehispánico la desnudez
femenina es representada en una cantidad considerable, distinguiendo su sexua-
lidad de manera notoria. Los senos se destacan en casi todos los estilos, siendo
el Cómala de Colima y Lagunillas de Nayarit que presenta ocasionalmente fi-
guras sin pechos, contrastan con los otros estilos que en algunas piezas toman
una forma exagerada. Cuando se representan desnudos se atavían de manera
ocasional con diseños geométricos cubriéndolos a manera de pintura corporal.
Definir si esta decoración es permanente o temporal resulta difícil, de
cualquier forma la tradición de decorar el cuerpo en el México prehispánico se
ha corroborado con descubrimientos como el de la llamada “Momia Tolteca”
estudiada por Leopoldo Batres en 1889, la cual presento decoración permanen-
te en su piel, tatuajes de formas geométricas en los brazos. En este mismo sen-
tido grupos indígenas en la actualidad en diversas festividades y ceremonias
suelen decorarse el cuerpo con pintura temporal como los Coras de la Sierra
Madre Occidental.
Continuando con las representaciones en esculturas cerámicas del occi-
dente, la pintura ocasionalmente envuelve todo el busto de la pieza, en algunas
otras como las del estilo Ixtlán del Rio los diseños dan la apariencia de que se
trata de un atavío; por otra parte, la zona de la pelvis puede tener atuendo como
faldellín o enredo, una segunda versión muestra la zona sin ninguna representa-
ción de la vagina, incorporando en la zona púbica pintura con diseños geomé-
trico o representando indumentaria. El órgano sexual femeninos puede ser fi-
gurada de dos formas, por una incisión entre las piernas que en ocasiones da
la impresión de tratar de asemejarla de manera más natural y en otras se repre-
senta colocando una aplicación en forma de “n”, esporádicamente en la repre-
sentación de la vulva se observan diseños geométricos que cubren toda la zona
del pubis sin ocultar la vagina lo cual permite suponer que se trata de elemen-
to pintados sobre la piel.
Las actividades personificadas en las esculturas son de una gran diver-
sidad, en todos los estilos se observa una serie de labores que no sólo impli-
ca una carga social, sino también una manifestación de códigos implantados
en las piezas. En algún momento se propuso que las piezas representaban al
difunto, reflejando su personalidad en vida, también se pensó que podrían ser
Daniel Ruiz Cancino
en este estilo son las piernas que presentan mayor volumen en los muslos ade-
más que manos y pies son muy pequeños o no están representados. La decora-
ción la realizan con colores negro y rojo, sobre rostro y torso como decoración
o vestimenta, pueden portar orejeras de aros múltiples o una perforación en los
lóbulos, ocasionalmente presenta aplicaciones para representar ajorcas o colla-
res. En las figuras femeninas sobresalen los pechos desnudos o la representa-
ción vaginal, las piernas gruesas exaltan el sentido femenino de estas piezas.
Como se denota, en las esculturas del occidente prehispánico la desnudez
femenina es representada en una cantidad considerable, distinguiendo su sexua-
lidad de manera notoria. Los senos se destacan en casi todos los estilos, siendo
el Cómala de Colima y Lagunillas de Nayarit que presenta ocasionalmente fi-
guras sin pechos, contrastan con los otros estilos que en algunas piezas toman
una forma exagerada. Cuando se representan desnudos se atavían de manera
ocasional con diseños geométricos cubriéndolos a manera de pintura corporal.
Definir si esta decoración es permanente o temporal resulta difícil, de
cualquier forma la tradición de decorar el cuerpo en el México prehispánico se
ha corroborado con descubrimientos como el de la llamada “Momia Tolteca”
estudiada por Leopoldo Batres en 1889, la cual presento decoración permanen-
te en su piel, tatuajes de formas geométricas en los brazos. En este mismo sen-
tido grupos indígenas en la actualidad en diversas festividades y ceremonias
suelen decorarse el cuerpo con pintura temporal como los Coras de la Sierra
Madre Occidental.
Continuando con las representaciones en esculturas cerámicas del occi-
dente, la pintura ocasionalmente envuelve todo el busto de la pieza, en algunas
otras como las del estilo Ixtlán del Rio los diseños dan la apariencia de que se
trata de un atavío; por otra parte, la zona de la pelvis puede tener atuendo como
faldellín o enredo, una segunda versión muestra la zona sin ninguna representa-
ción de la vagina, incorporando en la zona púbica pintura con diseños geomé-
trico o representando indumentaria. El órgano sexual femeninos puede ser fi-
gurada de dos formas, por una incisión entre las piernas que en ocasiones da
la impresión de tratar de asemejarla de manera más natural y en otras se repre-
senta colocando una aplicación en forma de “n”, esporádicamente en la repre-
sentación de la vulva se observan diseños geométricos que cubren toda la zona
del pubis sin ocultar la vagina lo cual permite suponer que se trata de elemen-
to pintados sobre la piel.
Las actividades personificadas en las esculturas son de una gran diver-
sidad, en todos los estilos se observa una serie de labores que no sólo impli-
ca una carga social, sino también una manifestación de códigos implantados
en las piezas. En algún momento se propuso que las piezas representaban al
difunto, reflejando su personalidad en vida, también se pensó que podrían ser