Panorama de los estudios sobre dechados en México
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A partir de las piezas que localicé y que contaban con inscripciones indi-
cando su fecha, realicé una cronología de obras que me permitió detectar las
técnicas, motivos, composiciones y materiales comunes a cada época. Con base
en ello, una vez detectadas las pautas que caracterizan a los dechados de cada
periodo, realicé una ordenación cronológico-formal del resto de las piezas en-
contradas. El resultado de este proceso fue que, para mi sorpresa, los dechados
más antiguos que pude encontrar fueron realizados alrededor de 1785 o, para
fines prácticos, en las últimas décadas del siglo XVIII. Estas piezas en especí-
fico forman parte de la colección del LACMA (Los Angeles County Museum
of Art).36 También realizados durante la misma centuria sólo pude localizar un
par de ejemplos más en colecciones extranjeras; de colecciones mexicanas, el
más antiguo que hallé forma parte de la colección Ruth Lechuga y está fecha-
do en el año de 1800, es decir que aún fue elaborado durante el periodo virrei-
nal [fig. 3]. Este hecho difiere de las afirmaciones que se han elaborado en in-
vestigaciones anteriores y que proponen su práctica como una característica de
todo el periodo novohispano; personalmente, me parece lógico el razonamiento
que respalda dichas proposiciones, tanto que yo misma lo he repetido, sin em-
bargo, es importante volver a apuntar que aún no es posible sustentarlo ni mate-
rial, ni documentalmente.37 Las únicas evidencias que conservamos de su exis-
tencia son las menciones del término, en un sentido alegórico, que figuran en
publicaciones a partir de mediados del siglo XVII y las imágenes de labores de
costura que forman parte de ciclos pictóricos generalmente referentes a la vida
de la Virgen y que también se han datado a partir de la segunda mitad del siglo
XVII en adelante [fig. 2]. Acerca de estos últimos ejemplos es importante de-
cir que no se trata de imágenes de dechados, sino de costura. En suma, en Mé-
xico, durante la centuria referida, comienzan a encontrarse indicios del trabajo
de dechados, a los cuales antecedió toda una práctica, difusión y concepción de
las labores de tejido, bordado y deshilado como actividades propias del género
femenino y provechosas para el enriquecimiento de sus virtudes en un contex-
to moral de talante católico. Sin embargo, no es sino hasta el siglo de la Ilustra-
ción y probablemente en relación con un ideal de empeño y aprovechamiento
de las habilidades femeninas, de cuando sobreviven los dechados más antiguos
y que pueden ser nombrados como tales al corresponder a muestras o prácticas
de aprendizaje de labores de bordado y deshilado.
36 http://collections.lacma.org/node/244004; http://collections.lacma.org/node/244003.
37 Sandoval, Flores 2015.
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A partir de las piezas que localicé y que contaban con inscripciones indi-
cando su fecha, realicé una cronología de obras que me permitió detectar las
técnicas, motivos, composiciones y materiales comunes a cada época. Con base
en ello, una vez detectadas las pautas que caracterizan a los dechados de cada
periodo, realicé una ordenación cronológico-formal del resto de las piezas en-
contradas. El resultado de este proceso fue que, para mi sorpresa, los dechados
más antiguos que pude encontrar fueron realizados alrededor de 1785 o, para
fines prácticos, en las últimas décadas del siglo XVIII. Estas piezas en especí-
fico forman parte de la colección del LACMA (Los Angeles County Museum
of Art).36 También realizados durante la misma centuria sólo pude localizar un
par de ejemplos más en colecciones extranjeras; de colecciones mexicanas, el
más antiguo que hallé forma parte de la colección Ruth Lechuga y está fecha-
do en el año de 1800, es decir que aún fue elaborado durante el periodo virrei-
nal [fig. 3]. Este hecho difiere de las afirmaciones que se han elaborado en in-
vestigaciones anteriores y que proponen su práctica como una característica de
todo el periodo novohispano; personalmente, me parece lógico el razonamiento
que respalda dichas proposiciones, tanto que yo misma lo he repetido, sin em-
bargo, es importante volver a apuntar que aún no es posible sustentarlo ni mate-
rial, ni documentalmente.37 Las únicas evidencias que conservamos de su exis-
tencia son las menciones del término, en un sentido alegórico, que figuran en
publicaciones a partir de mediados del siglo XVII y las imágenes de labores de
costura que forman parte de ciclos pictóricos generalmente referentes a la vida
de la Virgen y que también se han datado a partir de la segunda mitad del siglo
XVII en adelante [fig. 2]. Acerca de estos últimos ejemplos es importante de-
cir que no se trata de imágenes de dechados, sino de costura. En suma, en Mé-
xico, durante la centuria referida, comienzan a encontrarse indicios del trabajo
de dechados, a los cuales antecedió toda una práctica, difusión y concepción de
las labores de tejido, bordado y deshilado como actividades propias del género
femenino y provechosas para el enriquecimiento de sus virtudes en un contex-
to moral de talante católico. Sin embargo, no es sino hasta el siglo de la Ilustra-
ción y probablemente en relación con un ideal de empeño y aprovechamiento
de las habilidades femeninas, de cuando sobreviven los dechados más antiguos
y que pueden ser nombrados como tales al corresponder a muestras o prácticas
de aprendizaje de labores de bordado y deshilado.
36 http://collections.lacma.org/node/244004; http://collections.lacma.org/node/244003.
37 Sandoval, Flores 2015.