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Vanguardia y revolución como ideas-fuerza en el arte argentino

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USOS DE LA VANGUARDIA

A diferencia de Cuba desde el triunfo revolucionario de 1959 o incluso
del gobierno democrático de la Unidad Popular en Chile entre 1970-73, en Ar-
gentina no se puede hablar de una revolución sino más bien un clima triunfalis-
ta instalado en amplios sectores sociales acerca de la inminencia o proximidad
de la revolución (clima que se ve reforzado por la irrupción de la movilización
popular en las calles entre la rebelión popular conocida como el Cordobazo, en
mayo de 1969, y el entusiasta período llamado “primavera camporista”, que an-
tecedió la última presidencia de Perón en 1973). Como en la mayor parte del
mundo, en Argentina no hubo revolución sino su deseo (extendido e intensivo),
la percepción de que se trataba de un destino histórico inevitable, sostenido en
-para citar categorías propias de la época- la “necesidad objetiva” de un cam-
bio radical.

Por otro lado, “vanguardia” es una autodefinición recurrente desde muy distin-
tas posiciones en el campo artístico en ese período para nombrar lo nuevo o lo
experimental, aunque se trata de una insistencia que puede resultar llamativa
en un contexto internacional en que definir lo experimental o novedoso en tér-
minos de vanguardia resulta fuera de época o aparentemente anacrónico.6 Una
serie de razones pueden explicarlo, entre ellas la reedición de la analogía en-
tre vanguardia artística y vanguardia política: un selecto grupo de choque que
“hace avanzar” las condiciones para la revolución (política y/o artística). Tam-
bién la fuerte certidumbre, en algunos núcleos intelectuales, de que los medios
para la revolución (política) incluían las conquistas y procedimientos del arte y
la teoría contemporáneos. Y la expansión del arte experimental más allá de sus
fronteras conocidas, incorporando nuevos procedimientos y materiales que in-
cluían la política.
Para abordar los distintos usos de la categoría “vanguardia” en relación al
arte argentino de los sesenta-setenta puede resultar útil la distinción entre -por
un lado- la puesta en discusión y redefinición de una categoría teórica (que im-
plica una toma de posición dentro del debate en torno a la teoría de la vanguar-
dia) y las consiguientes posibilidades o límites a la hora de pensar en esos térmi-
nos estas manifestaciones concretas; y -por otro lado- los empleos “de época”
que del término vanguardia hacen los sujetos involucrados en el proceso, cómo
recurren a esa noción para caracterizar su posición o construir su identidad.
Aceptar la condición vanguardista de todas las producciones experimentales

Lo señala Rodrigo Alonso en su intervención en: VV. AA. 2003.
 
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