Arte y comunismo en la Argentina en la primera mitad del siglo XX
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italianos liderados por Mussolini tomaran el poder, luego de realizar la Marcha
sobre Roma.
Luego de estas dos notas no se registran más intervenciones relacionadas
con el futurismo sino hasta 1926, momento en que Marinetti visita Argentina
y participa de algunas actividades públicas. Al día siguiente de su llegada en la
tapa de La Internacional se hace referencia a la “doble personalidad” de Mari-
netti preguntando si su visita es en calidad de político o de artista y vinculando
su literatura a las necesidades expansionistas del fascismo.5
En este contexto, el contraste con las notas de Cappa publicadas en 1922
es evidente: si en aquel año Marinetti todavía podía ser reivindicado como un
artista sensible pese a su nacionalismo -que era leído como un resto inevitable
de su pasado burgués- en 1926 la situación era muy distinta. Lejos de conver-
tirse en el arte proletario indicado para los tiempos revolucionarios, el futuris-
mo se había transformado en el arte oficial del régimen fascista de Mussolini.
Por este motivo, la práctica artística de Marinetti no puede pensarse -como sí
lo hacia Cappa en 1922- aislada de su práctica política. El artículo recogido en
La internacional es muy claro en este sentido. Allí se aclara que “tanto literaria
como políticamente Marinetti es un reaccionario y un enemigo” y se afirma que
artísticamente el futurismo (y el “marinettismo”) no representa nada:
La locomotora, el avión, el estruendo, la dinámica: he aquí las bases del
marinettismo. ¿Y qué? ¿Ello caracteriza acaso revolucionariamente su li-
teratura? ¡Absolutamente! Para conseguir su perspectiva revolucionaria
había que ligar ello con el proletariado, es decir, con la destrucción de la
burguesía. Esto no entra en el pensamiento de Marinetti, medularmente
burgués. El admira el estupendo desarrollo de la máquina en la época im-
perialista, pero niega la función revolucionaria de la máquina, que gene-
ra la destrucción del imperialismo. Por eso Marinetti es fascista; por eso
el futurismo se proclama padre espiritual del fascismo.6
La polémica en tomo a su figura crece notoriamente cuando la policía de-
tiene a varios militantes del PCA que repartían volantes durante la conferencia
que el artista ofreció en el teatro Coliseo el 11 de junio de 1926. La Internacio-
nal publica la noticia atacando duramente a la policía por “detener obreros para
quedar bien con un imperialista yanqui o un propagandista italiano.7
Sin embargo, Marinetti no había hablado sobre política en la conferencia
del Coliseo: el periódico socialista La Vanguardia destaca que el artista cumplió
5 La Internacional 1926a.
6 La Internacional 1926a.
7 La Internacional 1926b.
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italianos liderados por Mussolini tomaran el poder, luego de realizar la Marcha
sobre Roma.
Luego de estas dos notas no se registran más intervenciones relacionadas
con el futurismo sino hasta 1926, momento en que Marinetti visita Argentina
y participa de algunas actividades públicas. Al día siguiente de su llegada en la
tapa de La Internacional se hace referencia a la “doble personalidad” de Mari-
netti preguntando si su visita es en calidad de político o de artista y vinculando
su literatura a las necesidades expansionistas del fascismo.5
En este contexto, el contraste con las notas de Cappa publicadas en 1922
es evidente: si en aquel año Marinetti todavía podía ser reivindicado como un
artista sensible pese a su nacionalismo -que era leído como un resto inevitable
de su pasado burgués- en 1926 la situación era muy distinta. Lejos de conver-
tirse en el arte proletario indicado para los tiempos revolucionarios, el futuris-
mo se había transformado en el arte oficial del régimen fascista de Mussolini.
Por este motivo, la práctica artística de Marinetti no puede pensarse -como sí
lo hacia Cappa en 1922- aislada de su práctica política. El artículo recogido en
La internacional es muy claro en este sentido. Allí se aclara que “tanto literaria
como políticamente Marinetti es un reaccionario y un enemigo” y se afirma que
artísticamente el futurismo (y el “marinettismo”) no representa nada:
La locomotora, el avión, el estruendo, la dinámica: he aquí las bases del
marinettismo. ¿Y qué? ¿Ello caracteriza acaso revolucionariamente su li-
teratura? ¡Absolutamente! Para conseguir su perspectiva revolucionaria
había que ligar ello con el proletariado, es decir, con la destrucción de la
burguesía. Esto no entra en el pensamiento de Marinetti, medularmente
burgués. El admira el estupendo desarrollo de la máquina en la época im-
perialista, pero niega la función revolucionaria de la máquina, que gene-
ra la destrucción del imperialismo. Por eso Marinetti es fascista; por eso
el futurismo se proclama padre espiritual del fascismo.6
La polémica en tomo a su figura crece notoriamente cuando la policía de-
tiene a varios militantes del PCA que repartían volantes durante la conferencia
que el artista ofreció en el teatro Coliseo el 11 de junio de 1926. La Internacio-
nal publica la noticia atacando duramente a la policía por “detener obreros para
quedar bien con un imperialista yanqui o un propagandista italiano.7
Sin embargo, Marinetti no había hablado sobre política en la conferencia
del Coliseo: el periódico socialista La Vanguardia destaca que el artista cumplió
5 La Internacional 1926a.
6 La Internacional 1926a.
7 La Internacional 1926b.