Arte y comunismo en la Argentina en la primera mitad del siglo XX
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constituyendo de ese modo una comisión lo suficientemente legitimada den-
tro del campo artístico de la época como para asegurar y resguardar el prestigio
de la muestra. Por su parte, los organizadores realizan una doble apuesta: acep-
tan a los representantes del arte legítimo y también demuestran una muy buena
disposición frente a “lo nuevo”. Este rasgo constituye una de las características
más importantes de la exposición, y la configura como un espacio más flexible
y receptivo que el del Salón Nacional, sumamente atractivo como espacio de
acceso a la legitimidad para los artistas “principiantes” (como Gramajo Gutié-
rrez, Bigatti, Lacámera, Bilis o Pedone) que recién comienzan su carrera como
artistas profesionales y que transitan en aquellos años un proceso de búsqueda
de consagración.
Otra dimensión de gran relevancia, ineludible a la hora de comprender las
variadas adhesiones que despierta la muestra destinada a juntar fondos en be-
neficio del pueblo de los soviets, es el inmenso impacto que provoca la revo-
lución rusa en el campo cultural de Buenos Aires. La experiencia de la revolu-
ción y sus novedosas transformaciones suscitan un generalizado consenso, que
se extiende más allá de las lábiles fronteras de la izquierda. Uno de los temas
que pone en el centro de la escena la revolución bolchevique es el de la “cues-
tión social”, en un ambiente agitado por las huelgas y las movilizaciones obre-
ras que se multiplican cada día, a pesar de los violentos métodos represivos uti-
lizados por el Estado para frenarlas. En este contexto, tanto desde la derecha
como desde la izquierda -y por motivos sumamente diferentes- son muchas las
voces que vaticinan el legado imborrable que dejará la experiencia de la revo-
lución soviética a la humanidad, como incentivo para la realización de las tan
necesarias transformaciones y reformas sociales.
La muestra en beneficio de los hambrientos en Rusia constituye un atrac-
tivo escenario en el cual es posible observar la resonancia de la revolución de
los soviets en el campo artístico de Buenos Aires. Los ecos generados por los
épicos actos revolucionarios logran movilizar tanto a los Artistas del Pueblo
(agrupación integrada por los pintores y grabadores anarquistas Adolfo Bello-
cq, José Arato, Facio Hebequer, Abraham Vigo y el escultor Agustín Riganelli)
como a aquellos otros ideológicamente más conservadores o que no están ar-
ticulados a proyectos políticos o partidarios, pero que sin embargo brindan su
apoyo al pueblo ruso. Es en este contexto de preocupación por “lo social” y de
múltiples e inesperadas adhesiones a la revolución bolchevique en el cual de-
bemos pensar las participaciones de artistas vinculados al poder político como
Gómez Cornet (ex canciller argentino en España durante 1920), José Fioravanti
(que había realizado a fines del siglo XIX dos relieves en los muros del Hall de
Honor de la Casa Rosada) o artistas como Bermúdez, Rossi, Marteu, Lamanna,
Bertolé y Centurión, productores del arte aceptado oficialmente, más vinculado
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constituyendo de ese modo una comisión lo suficientemente legitimada den-
tro del campo artístico de la época como para asegurar y resguardar el prestigio
de la muestra. Por su parte, los organizadores realizan una doble apuesta: acep-
tan a los representantes del arte legítimo y también demuestran una muy buena
disposición frente a “lo nuevo”. Este rasgo constituye una de las características
más importantes de la exposición, y la configura como un espacio más flexible
y receptivo que el del Salón Nacional, sumamente atractivo como espacio de
acceso a la legitimidad para los artistas “principiantes” (como Gramajo Gutié-
rrez, Bigatti, Lacámera, Bilis o Pedone) que recién comienzan su carrera como
artistas profesionales y que transitan en aquellos años un proceso de búsqueda
de consagración.
Otra dimensión de gran relevancia, ineludible a la hora de comprender las
variadas adhesiones que despierta la muestra destinada a juntar fondos en be-
neficio del pueblo de los soviets, es el inmenso impacto que provoca la revo-
lución rusa en el campo cultural de Buenos Aires. La experiencia de la revolu-
ción y sus novedosas transformaciones suscitan un generalizado consenso, que
se extiende más allá de las lábiles fronteras de la izquierda. Uno de los temas
que pone en el centro de la escena la revolución bolchevique es el de la “cues-
tión social”, en un ambiente agitado por las huelgas y las movilizaciones obre-
ras que se multiplican cada día, a pesar de los violentos métodos represivos uti-
lizados por el Estado para frenarlas. En este contexto, tanto desde la derecha
como desde la izquierda -y por motivos sumamente diferentes- son muchas las
voces que vaticinan el legado imborrable que dejará la experiencia de la revo-
lución soviética a la humanidad, como incentivo para la realización de las tan
necesarias transformaciones y reformas sociales.
La muestra en beneficio de los hambrientos en Rusia constituye un atrac-
tivo escenario en el cual es posible observar la resonancia de la revolución de
los soviets en el campo artístico de Buenos Aires. Los ecos generados por los
épicos actos revolucionarios logran movilizar tanto a los Artistas del Pueblo
(agrupación integrada por los pintores y grabadores anarquistas Adolfo Bello-
cq, José Arato, Facio Hebequer, Abraham Vigo y el escultor Agustín Riganelli)
como a aquellos otros ideológicamente más conservadores o que no están ar-
ticulados a proyectos políticos o partidarios, pero que sin embargo brindan su
apoyo al pueblo ruso. Es en este contexto de preocupación por “lo social” y de
múltiples e inesperadas adhesiones a la revolución bolchevique en el cual de-
bemos pensar las participaciones de artistas vinculados al poder político como
Gómez Cornet (ex canciller argentino en España durante 1920), José Fioravanti
(que había realizado a fines del siglo XIX dos relieves en los muros del Hall de
Honor de la Casa Rosada) o artistas como Bermúdez, Rossi, Marteu, Lamanna,
Bertolé y Centurión, productores del arte aceptado oficialmente, más vinculado