Memorias fotográficas: tres visiones de la Argentina posdictatorial
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de claridad de los rostros de los sobrevivientes. ¿Por qué no se muestran bien
a cámara? ¿Por qué siempre el movimiento o algún otro recurso les añade con-
fusión? Hay una posible respuesta en la reflexión de Judith Butler sobre las fo-
tos de torturas por parte de soldados estadounidenses en la prisión iraquí de Abu
Ghraib, donde ve la difusa huella visual de lo humano en el rostro ensombreci-
do y el nombre ausente de los torturados -en las fotos de Zout algunos sobrevi-
vientes sólo se nombran por la inicial.
“Los humanos torturados no se conforman fácilmente del todo a una iden-
tidad visual, corpórea o socialmente reconocible, sino que su oclusión y oblite-
ración se convierten en el signo continuador de su sufrimiento y de su humani-
dad”, según Butler.18 Como si el hecho mismo de la tortura estuviera reñido con
una manifestación visual clara o estable.
La incertidumbre visual que Zout elige para hablar de los sobrevivientes
y de su sufrimiento permanente es similar a la que elige para hablar de las ma-
quinarias que llevaron a cabo y pusieron en marcha el horror. En cierta forma,
Zout fotografía con recursos similares los aviones, los lugares y las personas,
buscando en ellos las resonancias de un mismo dolor.
“Creo que mi trabajo Huellas de desapariciones refleja la búsqueda de esas
marcas que esas personas desaparecidas dejaron en los sobrevivientes, en sus
propios familiares y en los lugares en los que ocurrieron sus secuestros duran-
te la dictadura militar”.19 Las fotografías de sobrevivientes de Zout invocan los
mismos recursos sencillos que pone en práctica para retratar las máquinas -pre-
sentando imágenes movidas, morosas o superpuestas- y complejiza así el pro-
blema representacional de los desaparecidos.
Si el desnudar los mecanismos y las tecnologías de la represión permite
revelar la índole del poder y la forma en que se concibe a sí mismo, la manera
en que se presenta a los sobrevivientes dice mucho acerca de sus heridas y la
dificultad para tramitarlas.
DOS: LAS FOTOS RECONSTRUIDAS DE LUCILA QUIETO
Uno de los autorretratos de Lucila Quieto la muestra junto a su padre. Sobre
la derecha, se proyecta la imagen de un hombre sonriente que mira la cámara.
Lleva traje y bigotes, y lo acompaña una mujer de perfil que también sonríe,
casi fuera de cuadro. El resto de la proyección fotográfica -la parte más clara e
iluminada- cae sobre la pared y sobre el cuerpo de Lucila que parece asustada.
18 Butler 2010 [2009]: 136.
19 Fanjul 2006.
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de claridad de los rostros de los sobrevivientes. ¿Por qué no se muestran bien
a cámara? ¿Por qué siempre el movimiento o algún otro recurso les añade con-
fusión? Hay una posible respuesta en la reflexión de Judith Butler sobre las fo-
tos de torturas por parte de soldados estadounidenses en la prisión iraquí de Abu
Ghraib, donde ve la difusa huella visual de lo humano en el rostro ensombreci-
do y el nombre ausente de los torturados -en las fotos de Zout algunos sobrevi-
vientes sólo se nombran por la inicial.
“Los humanos torturados no se conforman fácilmente del todo a una iden-
tidad visual, corpórea o socialmente reconocible, sino que su oclusión y oblite-
ración se convierten en el signo continuador de su sufrimiento y de su humani-
dad”, según Butler.18 Como si el hecho mismo de la tortura estuviera reñido con
una manifestación visual clara o estable.
La incertidumbre visual que Zout elige para hablar de los sobrevivientes
y de su sufrimiento permanente es similar a la que elige para hablar de las ma-
quinarias que llevaron a cabo y pusieron en marcha el horror. En cierta forma,
Zout fotografía con recursos similares los aviones, los lugares y las personas,
buscando en ellos las resonancias de un mismo dolor.
“Creo que mi trabajo Huellas de desapariciones refleja la búsqueda de esas
marcas que esas personas desaparecidas dejaron en los sobrevivientes, en sus
propios familiares y en los lugares en los que ocurrieron sus secuestros duran-
te la dictadura militar”.19 Las fotografías de sobrevivientes de Zout invocan los
mismos recursos sencillos que pone en práctica para retratar las máquinas -pre-
sentando imágenes movidas, morosas o superpuestas- y complejiza así el pro-
blema representacional de los desaparecidos.
Si el desnudar los mecanismos y las tecnologías de la represión permite
revelar la índole del poder y la forma en que se concibe a sí mismo, la manera
en que se presenta a los sobrevivientes dice mucho acerca de sus heridas y la
dificultad para tramitarlas.
DOS: LAS FOTOS RECONSTRUIDAS DE LUCILA QUIETO
Uno de los autorretratos de Lucila Quieto la muestra junto a su padre. Sobre
la derecha, se proyecta la imagen de un hombre sonriente que mira la cámara.
Lleva traje y bigotes, y lo acompaña una mujer de perfil que también sonríe,
casi fuera de cuadro. El resto de la proyección fotográfica -la parte más clara e
iluminada- cae sobre la pared y sobre el cuerpo de Lucila que parece asustada.
18 Butler 2010 [2009]: 136.
19 Fanjul 2006.