94
Natalia Fortuny
escena una imagen de los Hijos, más ligada a la alegría que al dolor o la triste-
za.27 Al respecto, Lucila refiere que siempre le ha incomodado ver gente lloran-
do frente a sus fotos.
Para mí el trabajo fue reparador. Reparó esa obsesión que tuve durante
años de no tener la foto. Ahora la tengo. Eso es buenísimo. Flabía cerra-
do un ciclo. Encontré en un recurso técnico la fonna de resolver una an-
gustia, una fantasía de muchos años.28
Sus fotos no quieren ser tristes, sino que documentan un momento feliz y
ansiado; recrean los recuerdos familiares para reconfigurar recuerdos ficticios,
bellos y alegres.
Las fotos reconstruyen la escena familiar imposible, el encuentro que no
ha podido ser con su padre (“la foto que nunca tuve”), y a la vez constituyen un
testimonio colectivo al presentar las fotos de -y para- otros hijos de desapare-
cidos. Así como Antígona se hace política por reivindicar los lazos de sangre,
de la misma manera las fotos reconstruidas de los hijos atraviesan la esfera do-
méstica de cada álbum familiar. Se afirma, entonces, que no se trata de memo-
rias solo privadas, sino profundamente políticas y sociales, entrelazadas con su
tiempo histórico.
En relación con esto, es digno de mencionar aquí un cambio interesante y
reciente en las agrupaciones de hijos de desaparecidos: nuevas organizaciones,
como el Colectivo de Hijos (CdH) desde 2010 en Argentina, o Niños en cauti-
verio político, desde 2007 en Uruguay, están reconsiderando sus propias vidas
de hijos de desaparecidos como víctimas -en muchos casos, los hijos han esta-
do también desaparecidos junto a sus padres-, para dejar de enfocarse en las vi-
vencias de la generación anterior, y así posicionarse ellos mismos en el centro
de la escena traumática. Las imágenes que intentan rescatar no son ya las imá-
genes de sus padres sino de ellos como niños; para este efecto, por lo general
usan técnicas fáciles de manejar, y ligadas a la infancia, como el collage (prác-
tica a la vez cercana a los montajes fotográficos de esta serie).29
Lucila aúna desde sus inicios la fotografía y el collage, y mantiene esta
tendencia en sus obras más recientes. En una serie del 2007, combinó dibujos
de la historieta Sargento Kirk (del dibujante desaparecido Héctor G. Oester-
held) con fotografías del Cordobazo, creando potentes escenas heterogéneas.
En otro conjunto de imágenes de 2008-2009, Lucila reprodujo con dibujos unas
fotos policiales pertenecientes a archivos periodísticos, y luego las rellenó con
27 Bonaldi 2006.
28 Quieto 2009.
29 Para más información sobre el Colectivo de Hijos véase su blog: http://colectivodehijos.
blogspot.com.ar.
Natalia Fortuny
escena una imagen de los Hijos, más ligada a la alegría que al dolor o la triste-
za.27 Al respecto, Lucila refiere que siempre le ha incomodado ver gente lloran-
do frente a sus fotos.
Para mí el trabajo fue reparador. Reparó esa obsesión que tuve durante
años de no tener la foto. Ahora la tengo. Eso es buenísimo. Flabía cerra-
do un ciclo. Encontré en un recurso técnico la fonna de resolver una an-
gustia, una fantasía de muchos años.28
Sus fotos no quieren ser tristes, sino que documentan un momento feliz y
ansiado; recrean los recuerdos familiares para reconfigurar recuerdos ficticios,
bellos y alegres.
Las fotos reconstruyen la escena familiar imposible, el encuentro que no
ha podido ser con su padre (“la foto que nunca tuve”), y a la vez constituyen un
testimonio colectivo al presentar las fotos de -y para- otros hijos de desapare-
cidos. Así como Antígona se hace política por reivindicar los lazos de sangre,
de la misma manera las fotos reconstruidas de los hijos atraviesan la esfera do-
méstica de cada álbum familiar. Se afirma, entonces, que no se trata de memo-
rias solo privadas, sino profundamente políticas y sociales, entrelazadas con su
tiempo histórico.
En relación con esto, es digno de mencionar aquí un cambio interesante y
reciente en las agrupaciones de hijos de desaparecidos: nuevas organizaciones,
como el Colectivo de Hijos (CdH) desde 2010 en Argentina, o Niños en cauti-
verio político, desde 2007 en Uruguay, están reconsiderando sus propias vidas
de hijos de desaparecidos como víctimas -en muchos casos, los hijos han esta-
do también desaparecidos junto a sus padres-, para dejar de enfocarse en las vi-
vencias de la generación anterior, y así posicionarse ellos mismos en el centro
de la escena traumática. Las imágenes que intentan rescatar no son ya las imá-
genes de sus padres sino de ellos como niños; para este efecto, por lo general
usan técnicas fáciles de manejar, y ligadas a la infancia, como el collage (prác-
tica a la vez cercana a los montajes fotográficos de esta serie).29
Lucila aúna desde sus inicios la fotografía y el collage, y mantiene esta
tendencia en sus obras más recientes. En una serie del 2007, combinó dibujos
de la historieta Sargento Kirk (del dibujante desaparecido Héctor G. Oester-
held) con fotografías del Cordobazo, creando potentes escenas heterogéneas.
En otro conjunto de imágenes de 2008-2009, Lucila reprodujo con dibujos unas
fotos policiales pertenecientes a archivos periodísticos, y luego las rellenó con
27 Bonaldi 2006.
28 Quieto 2009.
29 Para más información sobre el Colectivo de Hijos véase su blog: http://colectivodehijos.
blogspot.com.ar.