Imágenes y palabras al acecho
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a otros con pinceladas secas. Kuitca “explora e insiste en la dificultad como
procedimiento”, afirmó Fabián Lebenglik.29
Tras los peores años de represión, un clima de distensión había comenza-
do a aflorar en la ciudad de Buenos Aires y más aún cuando el régimen militar
se precipitó luego de la derrota de la guerra de Malvinas. La posibilidad de vi-
vir la noche y la apertura de nuevos espacios de producción y exhibición, im-
pulsó otras asociaciones espontáneas entre artistas y sus variados lenguajes. La
aparición de nuevos escenarios culturales en la ciudad aceleró el aumento de
actividades creativas que desplegaron una imaginación desembarazada y des-
inhibida. Dentro de la ciudad y en paralelo a los espacios más institucionaliza-
do del arte que procuraba inscribir las prácticas locales en las coordenadas de
las poéticas internacionales, surgió otro circuito inmerso en la cultura under-
ground.30 Se abrieron lugares, en su mayoría autogestionados por artistas -no
sólo artistas plásticos sino muchos de ellos vinculados al teatro, a la literatura
y a la música- que funcionaron como usinas de creación durante la salida de la
dictadura e hicieron estallar la escena porteña -hasta entonces restringida- en
múltiples unidades de experimentación y exposición. Es decir, estos recintos -
sótanos, galpones, pubs, locales de instalaciones precarias, entre otros-no sólo
se ofrecían como salas de exhibición sino que eran lugares donde se producían
las obras in situ. Se activaron como especies de talleres abiertos al público don-
de se realizaban simultáneamente fiestas, performances, recitales de grupos de
rock, entre otras actividades artísticas y donde primaba la improvisación como
procedimiento de creación.
En 1981 el pintor Rafael Bueno abrió las puertas de su casa en la calle
Riobamba 959 organizando reuniones para charlar, leer libros, escuchar música
junto a artistas plásticos, actores, músicos, escritores como Renato Rita, Eme-
terio Cerro o Arturo Carrera, entre otros. Estos encuentros se conocieron bajo
el nombre de Café Néxor, tal vez haciendo implícita alusión a la necesidad de
unirse y comenzar a fortalecer ios lazos que la vida cotidiana durante la dicta-
dura había desintegrado. En el sótano del mismo edificio Bueno creó La Zona,
un espacio-taller donde se efectuaron muestras y performances. Allí tuvo su ta-
ller Alfredo Prior desde 1984 hasta 1987 compartido también por Martín Rey-
ña y José Garófalo.31
En 1982 se fundó otro espacio de confluencias artísticas llamado el Bar
Einstein. Era en un local alquilado por Sergio Aisenstein, Helmut Zieger y
Ornar Chabán, donde debutaron reconocidos grupos del rock y pop nacional
como Sumo y Soda Stereo al tiempo que se produjeron muchas obras pintadas
29 Lebenglik 1989: 9.
30 López 2015.
31 Véase: Cippolini 2007: 30.
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a otros con pinceladas secas. Kuitca “explora e insiste en la dificultad como
procedimiento”, afirmó Fabián Lebenglik.29
Tras los peores años de represión, un clima de distensión había comenza-
do a aflorar en la ciudad de Buenos Aires y más aún cuando el régimen militar
se precipitó luego de la derrota de la guerra de Malvinas. La posibilidad de vi-
vir la noche y la apertura de nuevos espacios de producción y exhibición, im-
pulsó otras asociaciones espontáneas entre artistas y sus variados lenguajes. La
aparición de nuevos escenarios culturales en la ciudad aceleró el aumento de
actividades creativas que desplegaron una imaginación desembarazada y des-
inhibida. Dentro de la ciudad y en paralelo a los espacios más institucionaliza-
do del arte que procuraba inscribir las prácticas locales en las coordenadas de
las poéticas internacionales, surgió otro circuito inmerso en la cultura under-
ground.30 Se abrieron lugares, en su mayoría autogestionados por artistas -no
sólo artistas plásticos sino muchos de ellos vinculados al teatro, a la literatura
y a la música- que funcionaron como usinas de creación durante la salida de la
dictadura e hicieron estallar la escena porteña -hasta entonces restringida- en
múltiples unidades de experimentación y exposición. Es decir, estos recintos -
sótanos, galpones, pubs, locales de instalaciones precarias, entre otros-no sólo
se ofrecían como salas de exhibición sino que eran lugares donde se producían
las obras in situ. Se activaron como especies de talleres abiertos al público don-
de se realizaban simultáneamente fiestas, performances, recitales de grupos de
rock, entre otras actividades artísticas y donde primaba la improvisación como
procedimiento de creación.
En 1981 el pintor Rafael Bueno abrió las puertas de su casa en la calle
Riobamba 959 organizando reuniones para charlar, leer libros, escuchar música
junto a artistas plásticos, actores, músicos, escritores como Renato Rita, Eme-
terio Cerro o Arturo Carrera, entre otros. Estos encuentros se conocieron bajo
el nombre de Café Néxor, tal vez haciendo implícita alusión a la necesidad de
unirse y comenzar a fortalecer ios lazos que la vida cotidiana durante la dicta-
dura había desintegrado. En el sótano del mismo edificio Bueno creó La Zona,
un espacio-taller donde se efectuaron muestras y performances. Allí tuvo su ta-
ller Alfredo Prior desde 1984 hasta 1987 compartido también por Martín Rey-
ña y José Garófalo.31
En 1982 se fundó otro espacio de confluencias artísticas llamado el Bar
Einstein. Era en un local alquilado por Sergio Aisenstein, Helmut Zieger y
Ornar Chabán, donde debutaron reconocidos grupos del rock y pop nacional
como Sumo y Soda Stereo al tiempo que se produjeron muchas obras pintadas
29 Lebenglik 1989: 9.
30 López 2015.
31 Véase: Cippolini 2007: 30.