Imágenes y palabras al acecho
181
de la danza. En 1984 asistió a los ensayos del grupo de Danza Contemporánea
que dirigía Mauricio Wainbrot en el Teatro San Martín y escribió una serie de
poemas titulados Santuario de autómatas. Se trataba de una obra sobre el dia-
rio de Ana Frank:
Estabas en esa fiebre de un paraje sombrío
en que niñitas ciegas y glosolálicas anunciaban
en una lengüita rara la masacre
la vanidad de una generación de lo entornado,
oscurecido por murmullos, tu sueño es tu imagen
tu sueño es buscado, la cantidad de cereal de oro
como de nuestros títeres el alma: un punto que jamás
será el centro secreto de un nuevo movimiento.35
Esas coreografías sobre la disciplina y la libertad de los cuerpos, sobre
la reclusión y enclaustramiento en una ciudad mientras todo sigue funcionan-
do pudieron estrenarse cuando la dictadura había terminado y se abrían deba-
tes sobre otros tantos ejes de intolerancia persistente.36 El cautiverio de la niña
en aquella sobrecasa en la ciudad de Amsterdam, construida para “permanecer
imperceptible a la cacería”, resonaba en esos años en la cercanía de otros cau-
tiverios irresueltos impuestos por la dictadura que se alejaba en la Argentina.
Las consonancias entre ambos artistas se perciben claramente también en
la interpretación del mundo de la infancia en sus trabajos. El pintor ha comen-
tado que, de algún modo,
Arturo, que es también Arturito, esa especie de personaje niño que había
inventado, era también el personaje niño que estaba en mi obra. Todo el
tiempo existe la voz de ese personaje que a veces está tirado en los rin-
cones de un cuarto. Ese ser chiquitito, desprotegido, con la cabeza lle-
na de preguntas era un poco un personaje que habitaba en los poemas de
Arturo.37
Desde su propia poética, Carrera ha leído las atmósferas de los cuadros de
Kuitca como teatros de la infancia que tienen equivalencias con
el mundo de Kafka, de Lewis Carroll, de Michel Tournier, de Vladimir
Holán,38 donde los niños aparecen o desaparecen, se mantienen en anima-
ción suspendida, in absentia, como en los mapas mismos, en las cainitas
35 Carrera 1984: 62-63.
36 Molina 1984: 60-62.
37 Entrevista de la autora a Guillermo Kuitca, febrero 2005.
38 Carrera ha señalado que fue Kuitca quien lo introdujo a la poesía del checo Vladimir Ho-
lán a través de Una noche con Hamlet.
181
de la danza. En 1984 asistió a los ensayos del grupo de Danza Contemporánea
que dirigía Mauricio Wainbrot en el Teatro San Martín y escribió una serie de
poemas titulados Santuario de autómatas. Se trataba de una obra sobre el dia-
rio de Ana Frank:
Estabas en esa fiebre de un paraje sombrío
en que niñitas ciegas y glosolálicas anunciaban
en una lengüita rara la masacre
la vanidad de una generación de lo entornado,
oscurecido por murmullos, tu sueño es tu imagen
tu sueño es buscado, la cantidad de cereal de oro
como de nuestros títeres el alma: un punto que jamás
será el centro secreto de un nuevo movimiento.35
Esas coreografías sobre la disciplina y la libertad de los cuerpos, sobre
la reclusión y enclaustramiento en una ciudad mientras todo sigue funcionan-
do pudieron estrenarse cuando la dictadura había terminado y se abrían deba-
tes sobre otros tantos ejes de intolerancia persistente.36 El cautiverio de la niña
en aquella sobrecasa en la ciudad de Amsterdam, construida para “permanecer
imperceptible a la cacería”, resonaba en esos años en la cercanía de otros cau-
tiverios irresueltos impuestos por la dictadura que se alejaba en la Argentina.
Las consonancias entre ambos artistas se perciben claramente también en
la interpretación del mundo de la infancia en sus trabajos. El pintor ha comen-
tado que, de algún modo,
Arturo, que es también Arturito, esa especie de personaje niño que había
inventado, era también el personaje niño que estaba en mi obra. Todo el
tiempo existe la voz de ese personaje que a veces está tirado en los rin-
cones de un cuarto. Ese ser chiquitito, desprotegido, con la cabeza lle-
na de preguntas era un poco un personaje que habitaba en los poemas de
Arturo.37
Desde su propia poética, Carrera ha leído las atmósferas de los cuadros de
Kuitca como teatros de la infancia que tienen equivalencias con
el mundo de Kafka, de Lewis Carroll, de Michel Tournier, de Vladimir
Holán,38 donde los niños aparecen o desaparecen, se mantienen en anima-
ción suspendida, in absentia, como en los mapas mismos, en las cainitas
35 Carrera 1984: 62-63.
36 Molina 1984: 60-62.
37 Entrevista de la autora a Guillermo Kuitca, febrero 2005.
38 Carrera ha señalado que fue Kuitca quien lo introdujo a la poesía del checo Vladimir Ho-
lán a través de Una noche con Hamlet.