Entre rituales fúnebres y movilizaciones de protesta
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lo hace de manera oral o escrita. Al hacerlo a través de la performativi-
dad del cuerpo sobrepasa el lenguaje. Cuando la legitimidad del Estado
se cuestiona por las formas de aparecer en público, el cuerpo en sí ejerce
un derecho que no es un derecho; es decir ejerce un derecho que ha sido
combatido y destruido de forma activa por la fuerza militar y en su re-
sistencia a esa fuerza, articula su permanencia y el derecho a la misma.26
Así al apoderarse de los espacios y rituales establecidos y permeados por
el poder existente, busca resquebrajar la relación entre espacio público, la plaza
pública y el régimen. Pero esta ruptura no se generó a través de una confronta-
ción directa con el régimen.
Con La maravillosa revelación del misterio de Las Brujas Cucaño conclu-
yó Las Brujas. Dos meses de surrealismo y transgresión, una serie de interven-
ciones urbanas y montajes teatrales realizadas entre septiembre y noviembre de
1981 por el colectivo rosarino con la intención de alterar la normalidad coti-
diana de la ciudad. Entre las múltiples acciones realizadas, Daniel Canale, uno
de sus integrantes recuerda que los parques amanecían atiborrados de volantes
con palabras y dibujos incoherentes, los bancos con plumas pegadas y la pinta-
da “Libertad total a la imaginación”, en las paredes lindantes, completaban la
escena. Una decena de jóvenes saltaba al rango27 a lo largo de una calle peatonal
interrumpiendo el paso de quienes caminaban por el centro de la ciudad. Horas
más tarde, hacían movimientos biomecánicos en ronda en los pasillos de una
galería comercial ante la mirada atónita de los paseantes. Por las noches, una
cuadrilla de oradores entraba furtivamente en los bares proclamando su mani-
fiesto del “arte bobo”. Un domingo a la tarde en un parque muy concurrido de
Rosario, entre mates y bizcochitos, se rumoreaba que un actor internacional es-
taba de visita en la ciudad, de repente bajaron de un auto un hombre de cabellos
rubios con gafas con guardaespaldas, inmediatamente aparecieron periodistas,
la gente se les abalanzaba para conseguir un autógrafo. En ese preciso momento
el actor y los reporteros se retiraban de la plaza reptando como amebas.
Tomando como metáfora la caza de brujas en la Edad Media y estudiando
un manual de la Inquisición, Cucaño evocó el emblema de la subversión para
la modernidad, aquel que desde fines de la década del ‘60 en diferentes pun-
tos del planeta, había encamado por antonomasia la juventud. Los integran-
tes de Cucaño, que eran pocos años menores de la generación que había sido
26 Butler 2012 [2011]: 95.
27 Se trata de un juego infantil en el que los participantes se disponen en fila separados por un
par de metros se inclinan a la altura de la cintura como si fueran una mesa, uno de ellos se impul-
sa con las manos en la espada del compañero inclinado para pasarle por arriba. De esta manera
va saltando uno a uno y se ubica al final de la hilera. Quien quedó primero realiza la misma ac-
ción y así la fila se desplaza en conjunto.
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lo hace de manera oral o escrita. Al hacerlo a través de la performativi-
dad del cuerpo sobrepasa el lenguaje. Cuando la legitimidad del Estado
se cuestiona por las formas de aparecer en público, el cuerpo en sí ejerce
un derecho que no es un derecho; es decir ejerce un derecho que ha sido
combatido y destruido de forma activa por la fuerza militar y en su re-
sistencia a esa fuerza, articula su permanencia y el derecho a la misma.26
Así al apoderarse de los espacios y rituales establecidos y permeados por
el poder existente, busca resquebrajar la relación entre espacio público, la plaza
pública y el régimen. Pero esta ruptura no se generó a través de una confronta-
ción directa con el régimen.
Con La maravillosa revelación del misterio de Las Brujas Cucaño conclu-
yó Las Brujas. Dos meses de surrealismo y transgresión, una serie de interven-
ciones urbanas y montajes teatrales realizadas entre septiembre y noviembre de
1981 por el colectivo rosarino con la intención de alterar la normalidad coti-
diana de la ciudad. Entre las múltiples acciones realizadas, Daniel Canale, uno
de sus integrantes recuerda que los parques amanecían atiborrados de volantes
con palabras y dibujos incoherentes, los bancos con plumas pegadas y la pinta-
da “Libertad total a la imaginación”, en las paredes lindantes, completaban la
escena. Una decena de jóvenes saltaba al rango27 a lo largo de una calle peatonal
interrumpiendo el paso de quienes caminaban por el centro de la ciudad. Horas
más tarde, hacían movimientos biomecánicos en ronda en los pasillos de una
galería comercial ante la mirada atónita de los paseantes. Por las noches, una
cuadrilla de oradores entraba furtivamente en los bares proclamando su mani-
fiesto del “arte bobo”. Un domingo a la tarde en un parque muy concurrido de
Rosario, entre mates y bizcochitos, se rumoreaba que un actor internacional es-
taba de visita en la ciudad, de repente bajaron de un auto un hombre de cabellos
rubios con gafas con guardaespaldas, inmediatamente aparecieron periodistas,
la gente se les abalanzaba para conseguir un autógrafo. En ese preciso momento
el actor y los reporteros se retiraban de la plaza reptando como amebas.
Tomando como metáfora la caza de brujas en la Edad Media y estudiando
un manual de la Inquisición, Cucaño evocó el emblema de la subversión para
la modernidad, aquel que desde fines de la década del ‘60 en diferentes pun-
tos del planeta, había encamado por antonomasia la juventud. Los integran-
tes de Cucaño, que eran pocos años menores de la generación que había sido
26 Butler 2012 [2011]: 95.
27 Se trata de un juego infantil en el que los participantes se disponen en fila separados por un
par de metros se inclinan a la altura de la cintura como si fueran una mesa, uno de ellos se impul-
sa con las manos en la espada del compañero inclinado para pasarle por arriba. De esta manera
va saltando uno a uno y se ubica al final de la hilera. Quien quedó primero realiza la misma ac-
ción y así la fila se desplaza en conjunto.