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https://doi.org/10.11588/diglit.33411#0063
Y ESCULTORES ESPAÑOLES.
4ox
locasen , lo que no ose hacer en las otras del mismo retablo,
parcciendole, que como les había dado tanta tuerza para que
relevasen de lejos, no serian tan apacibles mirándose de cer-
ca , pero estas sí. Mas quando llego su Magestad a verlas,
habiéndolas puesto Federico a la luz , que le pareció respon-
derían mejor , le dixo a el Rey con gran satisfacion : Wor,
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fr? A , y A /^ca. A o le respondió su Magestad cosa
alguna, mostrándole aquel buen semblante, y gracia, que
daba por respuesta a todos , y jamas lo supo dar malo á nin-
guno. De ahí a un rato que las estuvo mirando el Rey , le
pregunto su Magestad si eran huevos los que tenia una pas-
toréala en una cesta , asiendo de ellos á dos manos, por pre-
sentarlos a la reden parida madre? Respondió que sí. Notá-
ronlo todos los que allí se hallaron , entendiendo había he-
cho poco caso el Rey de lo demas; y que, sobre no estar
bien expresados los huevos , parecía impropio que una pasto-
ra , que venia de su ganado á media noche, y aun corriendo,
pudiese- haber juntado tantos huevos, si no es que era pastora
de gallinas.
Pusiéronse al huestes dos quadros en su sitio ; y después
de haberle despedido su Magestad , haciéndole muchas mer-
cedes , como se esperaba de su grandeza , mando quitarlos
del retablo , y con ellos el quadro principal del martirio de
san Lorenzo, que también era de su mano 1. Este se puso
fuera del monasterio en una capilla que se hizo en aquel
Real Sitio para que los ohciales de la fabrica oyesen misa, y
se les administrasen los santos Sacramentos. T las otras dos,
que eran para de cerca , y de lejos, como dixo su autor , las
mando poner su Magestad en otras dos aulas, que á pocos
dan gusto, aunque sin duda son de lo mejor que executd en
aquel real monasterio; y tal vez puede ser que el no satisfacer
á la vista procediese de venirles mal la luz, que en la pintura
fresca del olio , y reluciente , es un contratiempo irremedia-
ble para un artífice. Y la desgracia es, que esto no lo cono-
cen todos, pero lo habrán experimentado muchos.
Hechas estas historias á el olio , con las dos de las reli-
quias , de la Anunciación, y san Gerónimo, iba pintado á el
fresco junto con los discípulos que traxo de Italia , la mitad
de las historias del claustro principal : de las quales , las gua-
rro , ó cinco que hizo , desde la Concepción de la Virgen,
hasta la Visitación, descontentaron tanto á el Rey, y á quan-
fos las veían, que se le dio á entender á el mismo Ztícaro, el
qual se disculpó diciendo, que no las había labrado de su
' YAm F7Z ^ Eee ma-
Ftay Joseph de Sigaenza 3. part. iib. 4. fol, 743.
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locasen , lo que no ose hacer en las otras del mismo retablo,
parcciendole, que como les había dado tanta tuerza para que
relevasen de lejos, no serian tan apacibles mirándose de cer-
ca , pero estas sí. Mas quando llego su Magestad a verlas,
habiéndolas puesto Federico a la luz , que le pareció respon-
derían mejor , le dixo a el Rey con gran satisfacion : Wor,
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fr? A , y A /^ca. A o le respondió su Magestad cosa
alguna, mostrándole aquel buen semblante, y gracia, que
daba por respuesta a todos , y jamas lo supo dar malo á nin-
guno. De ahí a un rato que las estuvo mirando el Rey , le
pregunto su Magestad si eran huevos los que tenia una pas-
toréala en una cesta , asiendo de ellos á dos manos, por pre-
sentarlos a la reden parida madre? Respondió que sí. Notá-
ronlo todos los que allí se hallaron , entendiendo había he-
cho poco caso el Rey de lo demas; y que, sobre no estar
bien expresados los huevos , parecía impropio que una pasto-
ra , que venia de su ganado á media noche, y aun corriendo,
pudiese- haber juntado tantos huevos, si no es que era pastora
de gallinas.
Pusiéronse al huestes dos quadros en su sitio ; y después
de haberle despedido su Magestad , haciéndole muchas mer-
cedes , como se esperaba de su grandeza , mando quitarlos
del retablo , y con ellos el quadro principal del martirio de
san Lorenzo, que también era de su mano 1. Este se puso
fuera del monasterio en una capilla que se hizo en aquel
Real Sitio para que los ohciales de la fabrica oyesen misa, y
se les administrasen los santos Sacramentos. T las otras dos,
que eran para de cerca , y de lejos, como dixo su autor , las
mando poner su Magestad en otras dos aulas, que á pocos
dan gusto, aunque sin duda son de lo mejor que executd en
aquel real monasterio; y tal vez puede ser que el no satisfacer
á la vista procediese de venirles mal la luz, que en la pintura
fresca del olio , y reluciente , es un contratiempo irremedia-
ble para un artífice. Y la desgracia es, que esto no lo cono-
cen todos, pero lo habrán experimentado muchos.
Hechas estas historias á el olio , con las dos de las reli-
quias , de la Anunciación, y san Gerónimo, iba pintado á el
fresco junto con los discípulos que traxo de Italia , la mitad
de las historias del claustro principal : de las quales , las gua-
rro , ó cinco que hizo , desde la Concepción de la Virgen,
hasta la Visitación, descontentaron tanto á el Rey, y á quan-
fos las veían, que se le dio á entender á el mismo Ztícaro, el
qual se disculpó diciendo, que no las había labrado de su
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Ftay Joseph de Sigaenza 3. part. iib. 4. fol, 743.
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