Panorama de los estudios sobre dechados en México
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Más de un siglo después, en 1732 en el Diccionario de autoridades se de-
fine el término de la manera siguiente:
1. Ejemplar, regla a la que se atiende para imitar cualquiera cosa que se
quiere salga parecida o semejante a lo que se tiene presente: como el bor-
dador que se guía por las labores que ve formadas, el niño que observa la
muestra para hacer buena letra [...] Viene del latín Dictate erum que sig-
nifica lo mismo.
2. Se llama también al lienzo en que las niñas ejecutan varias labores, que
sus maestras les enseñan; el cual las sirve luego de ejemplar para sacar y
trabajar cada una lo que se le ofrece o quiere aprender.
3. [...] ejemplo y modelo de virtudes y perfecciones y también de vicios
y maldades [...].25
Ambos casos destacan la función ejemplar de los dechados, así como la
consideración ambivalente que desde entonces se estableció a este respecto, en-
fatizando la acepción material del término, relativa a la aplicación en el mane-
jo del hilo y la aguja, y, por otro lado, su carácter simbólico, correspondiente al
virtuosismo y la perfección. La conocida difusión de la que fueron motivo di-
chas ediciones nos asegura que el término fue bien conocido, no sólo en Espa-
ña, sino también a lo largo de Hispanoamérica.
También se ha privilegiado la investigación documental al respecto de es-
tas piezas, topando con la referencia más antigua que se tiene de estas obras y
que data del siglo XVI; ésta corresponde a la mención de 50 dechados en el tes-
tamento de la reina Juana I de Castilla, mejor conocida como Juana la Loca.26
Además se ha dado a conocer que en el segundo tercio del siglo XV aparece la
primera referencia literaria al respecto, de la mano de la publicación de El co-
bradlo o Reprobación de Amor Mandado, tratado moral en la que se mencio-
nan a los “echandillos, diminutivo de dechado, como lienzo en que las niñas
ejecutan las labores que sus maestras les enseñan”.27
En el catálogo de dechados del Museo Nacional de Historia, se apuntó que
Fray Toribio de Benavente, “Motolinía”, en el capítulo XV de su Historia de
los indios de la Nueva España refiere que la reina Isabel la Católica envió un
grupo de mujeres devotas españolas a fin de difundir una “disciplina” entre las
niñas indias de la Nueva España.28 El franciscano menciona que el objetivo de
dicho adoctrinamiento fue enseñar a las niñas aquellos aspectos necesarios que
les permitieran casarse, para lo que era indispensable, además del conocimiento
25 Diccionario de Autoridades 1732.
26 González Mena 1994: 117-122.
27 González Mena 1994: 116.
28 Hernández Ramírez 1995: 27.
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Más de un siglo después, en 1732 en el Diccionario de autoridades se de-
fine el término de la manera siguiente:
1. Ejemplar, regla a la que se atiende para imitar cualquiera cosa que se
quiere salga parecida o semejante a lo que se tiene presente: como el bor-
dador que se guía por las labores que ve formadas, el niño que observa la
muestra para hacer buena letra [...] Viene del latín Dictate erum que sig-
nifica lo mismo.
2. Se llama también al lienzo en que las niñas ejecutan varias labores, que
sus maestras les enseñan; el cual las sirve luego de ejemplar para sacar y
trabajar cada una lo que se le ofrece o quiere aprender.
3. [...] ejemplo y modelo de virtudes y perfecciones y también de vicios
y maldades [...].25
Ambos casos destacan la función ejemplar de los dechados, así como la
consideración ambivalente que desde entonces se estableció a este respecto, en-
fatizando la acepción material del término, relativa a la aplicación en el mane-
jo del hilo y la aguja, y, por otro lado, su carácter simbólico, correspondiente al
virtuosismo y la perfección. La conocida difusión de la que fueron motivo di-
chas ediciones nos asegura que el término fue bien conocido, no sólo en Espa-
ña, sino también a lo largo de Hispanoamérica.
También se ha privilegiado la investigación documental al respecto de es-
tas piezas, topando con la referencia más antigua que se tiene de estas obras y
que data del siglo XVI; ésta corresponde a la mención de 50 dechados en el tes-
tamento de la reina Juana I de Castilla, mejor conocida como Juana la Loca.26
Además se ha dado a conocer que en el segundo tercio del siglo XV aparece la
primera referencia literaria al respecto, de la mano de la publicación de El co-
bradlo o Reprobación de Amor Mandado, tratado moral en la que se mencio-
nan a los “echandillos, diminutivo de dechado, como lienzo en que las niñas
ejecutan las labores que sus maestras les enseñan”.27
En el catálogo de dechados del Museo Nacional de Historia, se apuntó que
Fray Toribio de Benavente, “Motolinía”, en el capítulo XV de su Historia de
los indios de la Nueva España refiere que la reina Isabel la Católica envió un
grupo de mujeres devotas españolas a fin de difundir una “disciplina” entre las
niñas indias de la Nueva España.28 El franciscano menciona que el objetivo de
dicho adoctrinamiento fue enseñar a las niñas aquellos aspectos necesarios que
les permitieran casarse, para lo que era indispensable, además del conocimiento
25 Diccionario de Autoridades 1732.
26 González Mena 1994: 117-122.
27 González Mena 1994: 116.
28 Hernández Ramírez 1995: 27.