Imágenes y palabras al acecho
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Precisamente ahí, y en esa richa
de la que deshilacha, y
en ese soslayo de la que no conviene que se diga, y
en el desdén de la que no se diga que no piensa, acaso
en la que no se dice que se sepa...
Hay Cadáveres
[...]
Féretros alegóricos!
Sótanos metafóricos!
Pocilios metonímicos!
Ex-plícito!
Hay Cadáveres.25
Con sus diferencias, ambas obras reponen la evidencia. En la palabra es-
crita, rescatada o archivada filtran la insoslayable presencia de los cuerpos
muertos que la dictadura intentó borrar sistematizando la desaparición de per-
sonas como modus operandi. Los cadáveres, los cadáveres acribillados, los
cuerpos asesinados, los cadáveres carbonizados, los cuerpos atados con alam-
bre, los cadáveres dinamitados. Todas esas imágenes literarias de Perlongher,
toda esa materialidad textual, que compone al mismo tiempo el collage plásti-
co de Ferrari, esperaron al acecho. Y en un tiempo diferido han salido a la su-
perficie, para circular en la memoria e inscribirse como marcas de la dictadura
allí y aquí, antes y ahora.
Escenas y escenarios hacia finales de la dictadura
La Guerra de Malvinas que enfrentó a Argentina y Gran Bretaña en 1982, fue
un momento crucial para la disposición, circulación y puesta en escena públi-
ca de los cuerpos. Guillermo Kuitca (Buenos Aires, 1961 - ) fue uno de los ar-
tistas por entonces ya activos en el medio, más cercano a los jóvenes conscrip-
tos (clase ’62 y ’63) que fueron enviados a la guerra. En ese momento, el pintor
produjo su serie Nadie olvida nada26
25 Perlongher 2003: 120 y 129.
26 Simultáneamente Kuitca dirigió un espectáculo homónimo a la serie en coautoría con Car-
los lanni en el Teatro Planeta. El joven pintor estuvo ligado a la práctica teatral desde los inicios
de su actuación en el medio artístico.
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Precisamente ahí, y en esa richa
de la que deshilacha, y
en ese soslayo de la que no conviene que se diga, y
en el desdén de la que no se diga que no piensa, acaso
en la que no se dice que se sepa...
Hay Cadáveres
[...]
Féretros alegóricos!
Sótanos metafóricos!
Pocilios metonímicos!
Ex-plícito!
Hay Cadáveres.25
Con sus diferencias, ambas obras reponen la evidencia. En la palabra es-
crita, rescatada o archivada filtran la insoslayable presencia de los cuerpos
muertos que la dictadura intentó borrar sistematizando la desaparición de per-
sonas como modus operandi. Los cadáveres, los cadáveres acribillados, los
cuerpos asesinados, los cadáveres carbonizados, los cuerpos atados con alam-
bre, los cadáveres dinamitados. Todas esas imágenes literarias de Perlongher,
toda esa materialidad textual, que compone al mismo tiempo el collage plásti-
co de Ferrari, esperaron al acecho. Y en un tiempo diferido han salido a la su-
perficie, para circular en la memoria e inscribirse como marcas de la dictadura
allí y aquí, antes y ahora.
Escenas y escenarios hacia finales de la dictadura
La Guerra de Malvinas que enfrentó a Argentina y Gran Bretaña en 1982, fue
un momento crucial para la disposición, circulación y puesta en escena públi-
ca de los cuerpos. Guillermo Kuitca (Buenos Aires, 1961 - ) fue uno de los ar-
tistas por entonces ya activos en el medio, más cercano a los jóvenes conscrip-
tos (clase ’62 y ’63) que fueron enviados a la guerra. En ese momento, el pintor
produjo su serie Nadie olvida nada26
25 Perlongher 2003: 120 y 129.
26 Simultáneamente Kuitca dirigió un espectáculo homónimo a la serie en coautoría con Car-
los lanni en el Teatro Planeta. El joven pintor estuvo ligado a la práctica teatral desde los inicios
de su actuación en el medio artístico.