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MÉLANGES HULIN DE LOO
descendido con la Virgen, San Juan y las très Marias, la
Virgen y varias santas, Presentaciôn de Jésus en el temjplo ;
pero se va esfumando, poco a poco, la influencia flamenca.
Es probable que algunos artistas flamencos venidos a
estas tierras fueran asimilândose, sino los gustos, al menos
costumbres, y al castellanizarse iban perdiendo sus condi-
ciones natnrales ; como no lo es menos que artistas espa-
noles, de ver obras y lo apreciadas que eran entonces
fuesen aficionàndose a su estilo y quisieran pintar a lo
flamenco, faltando, es cierto, el espiritu, lo ingenito, lo
espontâneo. De ahi la sérié abundantîsima de pinturas de
carâcter no bien definido, que a veces llevan rasgos castel-
lanisimos, y a veces inspiraciones, deseos, chispazos del
arte flamenco que no cuajan por completo.
De esas obras las mâs importantes son : un retablo con
buena colecciôn de tablas, en el Seminario o Universidad
Pontificia (procedente de la capilla de los Cancelada o de
Tovar en la iglesia de La Antigua); otro de la capilla de
los Otalora, que estuvo en la misma iglesia ; el del pacio
arzobispal, con pasages de la vida de San Esteban; y el
de San Jerônimo en el Museo. Este esta integro, con el
escudo de un arzobispo Fonseca y todo, y quizâ sea la
obra mâs castellana de todas las citadas, sin embargo de
respirai1 en ciertos detalles el influjo del arte flamenco.
Aquilatar, desentranar todo esto, séria muy interesante;
pero por lo menudo, sumamente enojoso y extenso. Baste,
para fin de estas lineas, consignai’ que aqui, en Yalladolid,
en aquellos felices y prôsperos tiempos de los Reyes
Catôlicos se goza el arte puro de Flandes en magnificas
obras que de los talleres de Amberes, por lo menos, se
traen con esplendidez y entusiasmo de personajes signifl-
cados, o que aqui se laboran por artistas flamencos avecin-
dados en nuestras tierras; y que a la sombra de ellas se
infiltra, como moda irrésistible, como un idéal deseado en
muchos artistas, su influjo, decidido, a veces, mâs timido,
en ocasiones, que sucede hasta que el Renacimiento franca-
MÉLANGES HULIN DE LOO
descendido con la Virgen, San Juan y las très Marias, la
Virgen y varias santas, Presentaciôn de Jésus en el temjplo ;
pero se va esfumando, poco a poco, la influencia flamenca.
Es probable que algunos artistas flamencos venidos a
estas tierras fueran asimilândose, sino los gustos, al menos
costumbres, y al castellanizarse iban perdiendo sus condi-
ciones natnrales ; como no lo es menos que artistas espa-
noles, de ver obras y lo apreciadas que eran entonces
fuesen aficionàndose a su estilo y quisieran pintar a lo
flamenco, faltando, es cierto, el espiritu, lo ingenito, lo
espontâneo. De ahi la sérié abundantîsima de pinturas de
carâcter no bien definido, que a veces llevan rasgos castel-
lanisimos, y a veces inspiraciones, deseos, chispazos del
arte flamenco que no cuajan por completo.
De esas obras las mâs importantes son : un retablo con
buena colecciôn de tablas, en el Seminario o Universidad
Pontificia (procedente de la capilla de los Cancelada o de
Tovar en la iglesia de La Antigua); otro de la capilla de
los Otalora, que estuvo en la misma iglesia ; el del pacio
arzobispal, con pasages de la vida de San Esteban; y el
de San Jerônimo en el Museo. Este esta integro, con el
escudo de un arzobispo Fonseca y todo, y quizâ sea la
obra mâs castellana de todas las citadas, sin embargo de
respirai1 en ciertos detalles el influjo del arte flamenco.
Aquilatar, desentranar todo esto, séria muy interesante;
pero por lo menudo, sumamente enojoso y extenso. Baste,
para fin de estas lineas, consignai’ que aqui, en Yalladolid,
en aquellos felices y prôsperos tiempos de los Reyes
Catôlicos se goza el arte puro de Flandes en magnificas
obras que de los talleres de Amberes, por lo menos, se
traen con esplendidez y entusiasmo de personajes signifl-
cados, o que aqui se laboran por artistas flamencos avecin-
dados en nuestras tierras; y que a la sombra de ellas se
infiltra, como moda irrésistible, como un idéal deseado en
muchos artistas, su influjo, decidido, a veces, mâs timido,
en ocasiones, que sucede hasta que el Renacimiento franca-