LIBRO SEGUNDO, CAP.X.
403
que mira, del misterio de la historia. En esto sigue
á León Batista Alberto.
Estando una figura delante de otra, conviene que
los claros de laque está detrás sean más muertos, y
menos la fuerza de sus oscuros, para que se aparte
una de otra.
Y si habiendo muchas figuras hasta el ñn fue-
ren oscureciéndose, conviene que el campo tenga
la claridad conveniente para desviarse una cosa de
otra suavemente sin crudeza; imitando en todo los
efectos del natural, porque los pintores y poetas
este es su principal hn.
En algunas historias convendrá haber figuras
de igual hermosura, como en la de Abraham con los
tres ángeles. A diferencia del juicio de Páris, donde
las dos diosas son vencidas de la hermosura de Ve-
nus. Y así á este modo de otras.
Tiene mucha dificultad el pintar un rostro riendo
y otro llorando, porque en ambas acciones se le-
vantan las cejas hácia la frente, y de los ojos salen
arrugas pequeñas hácia las orejas.
El rostro que llora no levanta las mejillas, antes
las baja, y la boca declina el perfil hácia abajo, en
arco abierto, los ojos algo cerrados, y las cejas en
susprincipios inclinadas arriba: ejemplo es Laocoon-
te y sus hijos, y el natural.
Y para mostrar tristeza sin lágrimas, esté la cabe-
za inclinada sobre el pecho, y la mano sobre el co-
razón.
La boca del que rie va la línea al contrario,
levantando los extremos y haciendo arco hácia aba-
jo, y relevando y hinchando los carrillos y mejillas.
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que mira, del misterio de la historia. En esto sigue
á León Batista Alberto.
Estando una figura delante de otra, conviene que
los claros de laque está detrás sean más muertos, y
menos la fuerza de sus oscuros, para que se aparte
una de otra.
Y si habiendo muchas figuras hasta el ñn fue-
ren oscureciéndose, conviene que el campo tenga
la claridad conveniente para desviarse una cosa de
otra suavemente sin crudeza; imitando en todo los
efectos del natural, porque los pintores y poetas
este es su principal hn.
En algunas historias convendrá haber figuras
de igual hermosura, como en la de Abraham con los
tres ángeles. A diferencia del juicio de Páris, donde
las dos diosas son vencidas de la hermosura de Ve-
nus. Y así á este modo de otras.
Tiene mucha dificultad el pintar un rostro riendo
y otro llorando, porque en ambas acciones se le-
vantan las cejas hácia la frente, y de los ojos salen
arrugas pequeñas hácia las orejas.
El rostro que llora no levanta las mejillas, antes
las baja, y la boca declina el perfil hácia abajo, en
arco abierto, los ojos algo cerrados, y las cejas en
susprincipios inclinadas arriba: ejemplo es Laocoon-
te y sus hijos, y el natural.
Y para mostrar tristeza sin lágrimas, esté la cabe-
za inclinada sobre el pecho, y la mano sobre el co-
razón.
La boca del que rie va la línea al contrario,
levantando los extremos y haciendo arco hácia aba-
jo, y relevando y hinchando los carrillos y mejillas.