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ARTE DE LA PINTURA.

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villas como refieren los autores, particularmente
Minio, üb. 3o. Pliuio, como habernos visto: y para probar su anti-
güedad no se puede ofrecer mejor testimonio que
los excelentes lugares suyos, traidos y declarados
por uno de los más doctos pintores que ha tenido
España, que fué Pablo de Céspedes, Racionero de la
Santa Iglesia de Córdoba, cuyas letras honran asaz
nuestros libros, el cual hablando de este intento,
dice así:
"De que ni en las obras de Plinio, ni otro autor
antiguo se haga mención de pintura al óleo, es
cierto. De que expresamente diga que se pintaba al
temple algunas veces lo hace" y más abajo.
"Para que fuesen las pinturas de aquellos tiempos
nb. 33, cp. 6. ^ temple es menester saber que había dos suertes
de colores, unas floridas y otras austeras: las flori-
das era obligado á dar al pintor el señor de la obra
(por ser muy costosas); las austeras ponía el pintor
de su casa. Entre las floridas entraba el minio, co-
lor de muy gran precio, que corresponde á nuestro
bermellón, excepto que era aquel natural y el nues-
tro es artificial." (Es de advertir que también lo hay
natural en nuestra España; como nota el padre
ub. i,cap. i. Juan de Mariana en su Historia, que se halla mu-
cho en el Almadén, y yo lo he visto y gastado,
Lib. 35, cap. 6. pero no es tan alegre como el artificial.) Prosigue
el Racionero ; " dice pues Plinio en el lugar citado
que para hurtar del minio el pintor, aunque estu-
viese el dueño presente, que hartaba bien de minio
el pincel y luego lo lavaba en la maceta del agua,
como que hubiese de tomar otro color con el mismo
pincel, y á muchas de estas hallaba el minio asen-

Cart. Je Pab. de

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