MANT O: PINTURAS RUPESTRES EN UN LUGAR DE TRANSITO... 63
en las ceremonias de adoración quemaban sebo de culebra, maíz, coca y plumas
de pájaros, que aparte del otorongo (al que llamaban también achachi o yaya:
abuelo, antepasado), adoraban al amaru, la serpiente o capac apo amaro (el po-
deroso señor serpiente). El amaru, que por su movimiento peculiar es también
comparado con el rayo, ha sido desde tiempos antiguos uno de los principales
motivos de la iconografía sagrada, por ser un animal de alto valor simbólico por
vincular el mundo subterráneo y la superficie, la tierra y el agua. La represen-
tación repetida del jaguar en el panel de M4 y la presencia de grandes serpien-
tes” entre los motivos de los subsitios M3 y M4, puede estar relacionada tanto
con la cosmovisión andina de los pueblos que ocupaban esta zona de transición
como con mitos amazónicos.
En el subsitio M4 de Mant'o podemos observar una escena única que re-
presenta un conflicto armado, en el cual uno de los contrincantes yace abatido
en el suelo, atravesado por flechas o lanzas. Las figuras humanas que intervie-
nen en esta escena están pintadas en un estilo más esquematizado y en tamaño
más pequeño que las grandes figuras “hieráticas”. Es probable que esta escena
sea una remembranza o narración de uno de los frecuentes conflictos bélicos
que tuvieron lugar entre pueblos andinos y amazónicos en la zona de Lares du-
rante la época precolombina. Las leyendas calqueñas hacen alusión a las incur-
siones bélicas de los amazónicos en la zona andina y asocian varios de los res-
tos arqueológicos (como, por ejemplo, Markagocha en Ollantaytambo) con la
defensa contra los “chunchos” o “Antis”.
Pero en las pinturas de Manto se refleja también el gran aprecio de los pue-
blos de entonces a los camélidos domesticados y, principalmente, a la llama,
por sus múltiples funciones que facilitaron la subsistencia en la zona andina y el
intercambio de productos entre los diferentes pisos ecológicos. Es probable que
los calquefios precolombinos de la zona andina, en alianzas temporales con los
pueblos amazónicos que ocupaban la ceja de montaña, hayan mantenido coca-
les, chacras de maíz y yuca y cultivos de ají y frutales en el valle del Yanatile
y que con la incorporación de la zona al incanato, la producción cocalera, mai-
cera y frutícola se haya intensificado con el uso de mano de obra de mitimaes,
como señala Cieza de León (1977) refiriéndose a la política inca con respec-
to al aprovechamiento de los recursos naturales del Antisuyo. El control verti-
cal de los pisos ecológicos de yunga, quechua y puna implicaba una fuerte de-
pendencia de la llama como animal de transporte y proveedor de carne y lana
? En la cosmovisión andina precolombina, el “amaru” representaba un ser mítico que comu-
nica el Ughu pacha con el Kay Pacha, una divinidad vinculada con los ciclos hidrológicos, la llu-
via, los ríos y la fertilidad. Es probable que el concepto andino del amaru derive de conceptos
amazónicos que consideran a la especie más grande de los ofidios americanos (anaconda o Boa
constrictor) como progenitora de los seres que habitan la Tierra.
en las ceremonias de adoración quemaban sebo de culebra, maíz, coca y plumas
de pájaros, que aparte del otorongo (al que llamaban también achachi o yaya:
abuelo, antepasado), adoraban al amaru, la serpiente o capac apo amaro (el po-
deroso señor serpiente). El amaru, que por su movimiento peculiar es también
comparado con el rayo, ha sido desde tiempos antiguos uno de los principales
motivos de la iconografía sagrada, por ser un animal de alto valor simbólico por
vincular el mundo subterráneo y la superficie, la tierra y el agua. La represen-
tación repetida del jaguar en el panel de M4 y la presencia de grandes serpien-
tes” entre los motivos de los subsitios M3 y M4, puede estar relacionada tanto
con la cosmovisión andina de los pueblos que ocupaban esta zona de transición
como con mitos amazónicos.
En el subsitio M4 de Mant'o podemos observar una escena única que re-
presenta un conflicto armado, en el cual uno de los contrincantes yace abatido
en el suelo, atravesado por flechas o lanzas. Las figuras humanas que intervie-
nen en esta escena están pintadas en un estilo más esquematizado y en tamaño
más pequeño que las grandes figuras “hieráticas”. Es probable que esta escena
sea una remembranza o narración de uno de los frecuentes conflictos bélicos
que tuvieron lugar entre pueblos andinos y amazónicos en la zona de Lares du-
rante la época precolombina. Las leyendas calqueñas hacen alusión a las incur-
siones bélicas de los amazónicos en la zona andina y asocian varios de los res-
tos arqueológicos (como, por ejemplo, Markagocha en Ollantaytambo) con la
defensa contra los “chunchos” o “Antis”.
Pero en las pinturas de Manto se refleja también el gran aprecio de los pue-
blos de entonces a los camélidos domesticados y, principalmente, a la llama,
por sus múltiples funciones que facilitaron la subsistencia en la zona andina y el
intercambio de productos entre los diferentes pisos ecológicos. Es probable que
los calquefios precolombinos de la zona andina, en alianzas temporales con los
pueblos amazónicos que ocupaban la ceja de montaña, hayan mantenido coca-
les, chacras de maíz y yuca y cultivos de ají y frutales en el valle del Yanatile
y que con la incorporación de la zona al incanato, la producción cocalera, mai-
cera y frutícola se haya intensificado con el uso de mano de obra de mitimaes,
como señala Cieza de León (1977) refiriéndose a la política inca con respec-
to al aprovechamiento de los recursos naturales del Antisuyo. El control verti-
cal de los pisos ecológicos de yunga, quechua y puna implicaba una fuerte de-
pendencia de la llama como animal de transporte y proveedor de carne y lana
? En la cosmovisión andina precolombina, el “amaru” representaba un ser mítico que comu-
nica el Ughu pacha con el Kay Pacha, una divinidad vinculada con los ciclos hidrológicos, la llu-
via, los ríos y la fertilidad. Es probable que el concepto andino del amaru derive de conceptos
amazónicos que consideran a la especie más grande de los ofidios americanos (anaconda o Boa
constrictor) como progenitora de los seres que habitan la Tierra.