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Las fuentes de su estilo hay que buscarlas, como en easi todos los maestros madrilenos de
su generación, en los venecianos del siglo XVI, tan admirados siempre en Espańa, y en los grandes
maestros flamencos del XVII, Rubens y Van Dyck especialmente. Recuerdos veronesianos
y basanescos afloran eon frecuencia a sus cuadros (Jesus Nino en el Templo eon los Doctores;
Academia de Viena) y asi no es demasiado sorprendente la atribución a Bassano del cuadro
de Varsovia, aun cuando no sea de los mas especificamente venecianos en su producción. El
uso de estampas flamencas, de composiciones de Rubens, se eyidencia tambien en mas de una
de sus obras; la Erección de la Cruz, de 1668, en la madrilena Academia de San Fernando, es
una transposición, librę y reducida, de la conocida composición de Rubens.

El colorido ligero, la tecnica suelta y cierta complacencia en contrastes yiolentos de oscuro
sobre claro y claro sobre oscuro, denotan muy bien su amor a la tensión barroca, y su deuda
eon Herrera al Mozo, a que ya bemos aludido. La nota mas grata de su personalidad la de cierta
gracia menuda, cierto encanto como de miniaturista, easi prerococo, que le bace preferir los
formatos pequenos, los cuadros de figurillas menudas y vivaces, a veces envueltas en orlas
de flores pintadas por especialistas del genero, como Gabriel de la Corte.

El cuadro abora aparecido sera seguramente de fecha proxima al de Leningrado tan semejante,
es decir en torno a 1697. Mantiene la misma composición del otro, pero a la vez presenta una
notable serie de pequenas diferencias que le individualizan suficientemente e impiden cosi-
derarlo simple repetición.

La diferencia fundamental estriba, quizas, en que el cuadro de Leningrado esta concebido
a cielo abierto. La acción transcurre en las gradas del Templo y el fondo de arquiteetura se
disuelye en la luz ampliamente. A la izquierda una lejania de arquitecturas vivamente ilu-
minadas, sugiere un espacio abierto.

El cuadro de Varsovia, al suprimir esta fuga espacial, y cerrar la composición eon la cortina
en la parte superior, y en el fondo eon el muro, iluminado pero perfectamente delineado y maciso,
convierte en escena de interior la composición toda, eon la inmediata consecuencia de que los
contrastes luminosos se intensifican, y ciertos fragmentos iluminados del primer termino adquie-
ren un tono easi tenebrista, como por ejemplo el brazo izquierdo del acólito que eleva el incen-
sario, tan fuertemente iluminado, su pie dereebo, o el mismo brazo de la Virgen. Es obligado
recordar a este respecto la aneedota, que el propio Palomino recoge, de la afición de Torres,
a ese tipo de contrastes, hasta el extremo de que antę un cuadro oscuro suyo donde solo se veia
bien un brazo iluminado hubo de decir Francisco de Solis, pintor tambien, y en tono humoristico,
que representaba a „San brazo’-.

Sin llegar a ese extremo, el cuadro que abora presentamos muestra eon e yidencia ese gusto
por los contrastes de claroscuro, ya repetido en su tiempo. Ciertas modificaciones de detalle
hay tambien en los personajes del fondo en torno al altar, y en el acólito de la derecha. Las
figuras protagonistas sin embargo son las mismas en ambos cuadros, aunque el Nino Jesus,
en brazos de Simeón, sea mas vivo y gracioso en el cuadro de Varsovia, resuelto eon una tecnica
muy menuda y pictórica, de toques ligeros y vivaces.

No resulta facil, al ser tan pocas las obras seguras y feebadas de Matias de Torres, decidir
cual de las dos versiones es anterior en el tiempo. Ignoramos, realmente la eyolución de su estilo.
En cualquier caso, no parece logico pensar que separen mucbos aiios dos composiciones tan
próximas.

La pequeiia obra enriquece las colecciones del Museo Nacional en un aspecto inesperado,
pues es sabido que no abundan en el los ejemplos de pintura espaola. Y en la totalidad de las colec-
ciones polacas, tal como lo mostró la interesantisima exposición de Poznań, el modesto y grato
Matias de Torres completa un aspecto, no por menor, desdenable, de lo que se realizaba en
Madrid en las postrimerias del ”siglo de oro” espanol.

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