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Mauro Maia Fragoso
la principal fuerza motriz responsable por el éxito de la faena fue el diálogo es-
tablecido entre señor y siervo.
I. LOS PRIMEROS BENEDICTINOS EN BRASIL Y SU INSTALACIÓN
en Río de Janeiro
La historia de los benedictinos en Brasil tiene su inicio en las resoluciones
tomadas en el capítulo general de la Congregación Benedictina de Portugal, re-
unido en el viejo monasterio de San Benito de Lisboa, el año 1581, cuando en-
tonces, por mandato del general Fr. Plácido de Villalobos, Fr. Antonio Ventura do
Latráo fue enviado a Salvador de Bahia, junto a otros siete cofrades para fundar
el primer cenobio en tierras americanas. De entre los fundadores, estaban Fr. Pe-
dro Ferraz y Fr. Joáo Porcalho, brasileños, de Ilhéus, Bahia, que habían sido en-
viados a Portugal por sus padres para recibir la formación académica, pero termi-
naron optando por el ingreso en la Escuela del servicio del Señor3.
Una vez establecida la familia benedictina en Brasil, el Abad Fr. Antonio do
Latráo difundió la Regla de San Benito por las nuevas tierras y, en el año 1589 en-
vió a Fr. Pedro Ferraz y Fr. Joáo Porcalho a la ciudad de Rio de Janeiro, quienes
después de buscar un lugar propicio al recogimiento cenobítico, optaron por la er-
mita de la Virgen de la Concepción, alejada del bullicioso centro urbano.
Después de encontrar el supuesto lugar que les permitiera mayor reco-
gimiento, Fr. Pedro Ferraz y Fr. Joáo Porcalho se instalaron en el Cerro de la
Concepción, terreno recibido por Manuel de Brito y su hijo Diogo de Brito de
Lacerda, según la petición de 1573 y transferida a los benedictinos el 15904,
bajo el régimen de la Unión Ibérica (1580-1640). Desde el final del siglo XVI
al inicio del XX, teniendo en vista el aumento de la población de la región, las
dimensiones de esa área recibida por los benedictinos en la capital fluminense
sufrieron una progresiva disminución debido a la especulación inmobiliaria5.
II. Las sucesivas donaciones y los procesos de constitución
Y DESINTEGRACIÓN DEL TERRITORIO BENEDICTINO FLUMINENSE.
Una vez instalada la comunidad monástica sobre la colina que posterior-
mente pasaría a ser llamada Cerro de San Benito, fueron muchas las donacio-
Bento, prol. 45.
Dietario: 5; Galváo 1927: 5 y 8.
Fagoso 2012.
Mauro Maia Fragoso
la principal fuerza motriz responsable por el éxito de la faena fue el diálogo es-
tablecido entre señor y siervo.
I. LOS PRIMEROS BENEDICTINOS EN BRASIL Y SU INSTALACIÓN
en Río de Janeiro
La historia de los benedictinos en Brasil tiene su inicio en las resoluciones
tomadas en el capítulo general de la Congregación Benedictina de Portugal, re-
unido en el viejo monasterio de San Benito de Lisboa, el año 1581, cuando en-
tonces, por mandato del general Fr. Plácido de Villalobos, Fr. Antonio Ventura do
Latráo fue enviado a Salvador de Bahia, junto a otros siete cofrades para fundar
el primer cenobio en tierras americanas. De entre los fundadores, estaban Fr. Pe-
dro Ferraz y Fr. Joáo Porcalho, brasileños, de Ilhéus, Bahia, que habían sido en-
viados a Portugal por sus padres para recibir la formación académica, pero termi-
naron optando por el ingreso en la Escuela del servicio del Señor3.
Una vez establecida la familia benedictina en Brasil, el Abad Fr. Antonio do
Latráo difundió la Regla de San Benito por las nuevas tierras y, en el año 1589 en-
vió a Fr. Pedro Ferraz y Fr. Joáo Porcalho a la ciudad de Rio de Janeiro, quienes
después de buscar un lugar propicio al recogimiento cenobítico, optaron por la er-
mita de la Virgen de la Concepción, alejada del bullicioso centro urbano.
Después de encontrar el supuesto lugar que les permitiera mayor reco-
gimiento, Fr. Pedro Ferraz y Fr. Joáo Porcalho se instalaron en el Cerro de la
Concepción, terreno recibido por Manuel de Brito y su hijo Diogo de Brito de
Lacerda, según la petición de 1573 y transferida a los benedictinos el 15904,
bajo el régimen de la Unión Ibérica (1580-1640). Desde el final del siglo XVI
al inicio del XX, teniendo en vista el aumento de la población de la región, las
dimensiones de esa área recibida por los benedictinos en la capital fluminense
sufrieron una progresiva disminución debido a la especulación inmobiliaria5.
II. Las sucesivas donaciones y los procesos de constitución
Y DESINTEGRACIÓN DEL TERRITORIO BENEDICTINO FLUMINENSE.
Una vez instalada la comunidad monástica sobre la colina que posterior-
mente pasaría a ser llamada Cerro de San Benito, fueron muchas las donacio-
Bento, prol. 45.
Dietario: 5; Galváo 1927: 5 y 8.
Fagoso 2012.