ARTE POPULAR, ARTE INGENUO Y ARTE FIGURATIVO... 141
y me dijo que... “que era nuestro señor Jesucristo con los apóstoles”
(Pausa) pero noté que estaba pintado en asbestina... era una... era muy
denso... la materia era muy densa, después de todo Bárbaro era pintor de
brocha gorda, y él trabajaba con esas sustancias, con que se encalan las
paredes de las casas, asbestina... (Pausa) Y me... me dijo que... que sí,
que él había pintado ese cuadro... (Pausa) Yo no sé debió ser mucho mi
asombro, mucho mi entusiasmo de maravillarme ante aquella cosa, de
pronto darme cuenta que estaba frente... frente a un genio, realmente un
genio en quien Dios había tocado con el dedo la frente... diría...*
Si bien el “artista aduanero” Henri Rousseau, abocó su vocación a la pin-
tura a pesar de los oficios de trabajo en la oficina pública; podríamos afirmar
que a la vez aparece en éste un extenso y largo acercamiento a una figuración,
la cual no rompe precisamente con un límite normativo, sino que al contrario
está muy presente en él. En su cuadro de 1910 «El sueño»* Rousseau hace gala
de una producción visual que más que ingenua, podríamos catalogarla de inte-
lectualista. En el cuadro que se reproduce a continuación la figuración fantásti-
ca de ese universo creado por el artista, es parte de un espacio muy claramente
perfilado. No sin antes que el artista también es un pequeño infante cuya obra
se considera una de las aportaciones sobre las que se inserta la definición en el
arte moderno.
En efecto, las revisiones críticas actuales señalan como orillas principa-
les de las corrientes de la modernidad a dos tendencias de diverso signo:
la centrada en la investigación racional de la forma -con el cubismo y el
constructivismo en punta de lanza-, y la dedicada a la exploración de lo
irracional y lo fantástico -desde el primitivismo y el dadaísmo, hasta de-
sembocar en el surrealismo y el “arte bruto”-. Entre los adelantados de la
fantasía, Rousseau inició una extraña carrera tras lo ingenuo y lo no mix-
tificado, conservando en sus cuadros el sabor penetrante del arte popular
y la poética de la infancia”.
En efecto tal como afirma Eleazar Marín-Medina, Rousseau, no es un bus-
cador de lo ingenuo sino antes bien con el objeto de mixtificar, o potenciali-
zar la expresión poética de artista. Veamos a continuación, como el cuadro “El
sueño” pone de manifiesto estas nociones.
> SARABIA, ZAMORA 1987.
* Rousseau, El Sueño.
> MARIN-MEDINA 2010: 13.
y me dijo que... “que era nuestro señor Jesucristo con los apóstoles”
(Pausa) pero noté que estaba pintado en asbestina... era una... era muy
denso... la materia era muy densa, después de todo Bárbaro era pintor de
brocha gorda, y él trabajaba con esas sustancias, con que se encalan las
paredes de las casas, asbestina... (Pausa) Y me... me dijo que... que sí,
que él había pintado ese cuadro... (Pausa) Yo no sé debió ser mucho mi
asombro, mucho mi entusiasmo de maravillarme ante aquella cosa, de
pronto darme cuenta que estaba frente... frente a un genio, realmente un
genio en quien Dios había tocado con el dedo la frente... diría...*
Si bien el “artista aduanero” Henri Rousseau, abocó su vocación a la pin-
tura a pesar de los oficios de trabajo en la oficina pública; podríamos afirmar
que a la vez aparece en éste un extenso y largo acercamiento a una figuración,
la cual no rompe precisamente con un límite normativo, sino que al contrario
está muy presente en él. En su cuadro de 1910 «El sueño»* Rousseau hace gala
de una producción visual que más que ingenua, podríamos catalogarla de inte-
lectualista. En el cuadro que se reproduce a continuación la figuración fantásti-
ca de ese universo creado por el artista, es parte de un espacio muy claramente
perfilado. No sin antes que el artista también es un pequeño infante cuya obra
se considera una de las aportaciones sobre las que se inserta la definición en el
arte moderno.
En efecto, las revisiones críticas actuales señalan como orillas principa-
les de las corrientes de la modernidad a dos tendencias de diverso signo:
la centrada en la investigación racional de la forma -con el cubismo y el
constructivismo en punta de lanza-, y la dedicada a la exploración de lo
irracional y lo fantástico -desde el primitivismo y el dadaísmo, hasta de-
sembocar en el surrealismo y el “arte bruto”-. Entre los adelantados de la
fantasía, Rousseau inició una extraña carrera tras lo ingenuo y lo no mix-
tificado, conservando en sus cuadros el sabor penetrante del arte popular
y la poética de la infancia”.
En efecto tal como afirma Eleazar Marín-Medina, Rousseau, no es un bus-
cador de lo ingenuo sino antes bien con el objeto de mixtificar, o potenciali-
zar la expresión poética de artista. Veamos a continuación, como el cuadro “El
sueño” pone de manifiesto estas nociones.
> SARABIA, ZAMORA 1987.
* Rousseau, El Sueño.
> MARIN-MEDINA 2010: 13.