180 KRZYSZTOF CICHOŃ
Aparentemente multiplicado (carteles callejeros consistieron en tres caras
idénticas) el Che fue un modelo de alguien que desafió a la autoridad (challen-
ged authority). En el corazón del estable mundo occidental, la agencia de publi-
cidad orientándose pragmáticamente, reconoció que las facciones y la biogra-
fía del Che eran suficientemente claras, y fuertes como para llevar el paradigma
de “rebelde perpetuo”. El asunto digno de estudio es hasta qué punto una figura
de la imaginación (7apúdewyua) que es el “rebelde perpetuo”, “revolucionario”
está emparentada con la figura del “errante”. Ambos proceden de la misma tra-
dición centrada en la vida de las personas que se consideran heroicas. En el caso
del Che, resulta un interesante testimonio que indica una muy fuerte necesidad
de pasar de un lugar a otro, esto refieren las notas que escribía en su diario du-
rante su estancia en el Congo: “Dejaba atrás casi once años de trabajo para la
Revolución Cubana al lado de Fidel, un hogar feliz (...) y un montón de hijos
que apenas sabían de mi cariño. Se reiniciaba el ciclo”.
Ese impulso de rebelión, puede Ilamarsele un momento romántico que se
activa con plena conciencia de la diferencia extrema en el significado de este
tipo de etiqueta entre diferentes culturas. En la cultura occidental incluso, un
romanticismo vagamente dibujado se acerca más a la religión que el pragma-
tismo de acción materialista'”. La inconsistencia e incluso las contradicciones
internas del romanticismo como concepto, que conocemos a través de pruebas
descritas por Isaiah Berlin'' pierden su claridad cuando nos referimos a la ima-
gen. Una imagen romántica, “romanticismo”, como una convención visual co-
múnmente reconocida (pese a no dar describirse con precisión), combina la re-
ligión y la revolución. Combina de manera apropiada para la cultura que “gira”
en miles de millones de imágenes, entonces superficialmente, pero que resul-
ta suficiente. La superficialidad es un concepto muy importante para entender
el fenómeno de la popularidad del Che. Pasamos aquí al segundo de estos fac-
tores: los criterios de lo atractivo basados biológicamente. El Romanticismo
como una convención icónica es a menudo clasificado como atractivo. La ex-
plicación de cuál es el posible mecanismo de esta evaluación (por ejemplo, la
asociación de inclinación a rebelarse, a no tener en cuenta el riesgo con la ma-
nifestación de fuerza y vitalidad que en un grado suficiente compensa la in-
seguridad) está más allá del alcance de este artículo. Limitémonos a la obser-
vación de que muchos más de nosotros estamos más dispuestos a aceptar el
aspecto romántico como un vestuario, que considerar al romanticismo como
% Citado de: ANDERSON 1997: 549.
10 A pesar de la necesidad de distinguir una clara diferencia en el tratamiento de esta cuestión
entre el catolicismo y la ortodoxia, por una parte, y las iglesias protestantes, por otra, que mucho
menos acentúan esta distinción.
!! BERLIN 2004.
Aparentemente multiplicado (carteles callejeros consistieron en tres caras
idénticas) el Che fue un modelo de alguien que desafió a la autoridad (challen-
ged authority). En el corazón del estable mundo occidental, la agencia de publi-
cidad orientándose pragmáticamente, reconoció que las facciones y la biogra-
fía del Che eran suficientemente claras, y fuertes como para llevar el paradigma
de “rebelde perpetuo”. El asunto digno de estudio es hasta qué punto una figura
de la imaginación (7apúdewyua) que es el “rebelde perpetuo”, “revolucionario”
está emparentada con la figura del “errante”. Ambos proceden de la misma tra-
dición centrada en la vida de las personas que se consideran heroicas. En el caso
del Che, resulta un interesante testimonio que indica una muy fuerte necesidad
de pasar de un lugar a otro, esto refieren las notas que escribía en su diario du-
rante su estancia en el Congo: “Dejaba atrás casi once años de trabajo para la
Revolución Cubana al lado de Fidel, un hogar feliz (...) y un montón de hijos
que apenas sabían de mi cariño. Se reiniciaba el ciclo”.
Ese impulso de rebelión, puede Ilamarsele un momento romántico que se
activa con plena conciencia de la diferencia extrema en el significado de este
tipo de etiqueta entre diferentes culturas. En la cultura occidental incluso, un
romanticismo vagamente dibujado se acerca más a la religión que el pragma-
tismo de acción materialista'”. La inconsistencia e incluso las contradicciones
internas del romanticismo como concepto, que conocemos a través de pruebas
descritas por Isaiah Berlin'' pierden su claridad cuando nos referimos a la ima-
gen. Una imagen romántica, “romanticismo”, como una convención visual co-
múnmente reconocida (pese a no dar describirse con precisión), combina la re-
ligión y la revolución. Combina de manera apropiada para la cultura que “gira”
en miles de millones de imágenes, entonces superficialmente, pero que resul-
ta suficiente. La superficialidad es un concepto muy importante para entender
el fenómeno de la popularidad del Che. Pasamos aquí al segundo de estos fac-
tores: los criterios de lo atractivo basados biológicamente. El Romanticismo
como una convención icónica es a menudo clasificado como atractivo. La ex-
plicación de cuál es el posible mecanismo de esta evaluación (por ejemplo, la
asociación de inclinación a rebelarse, a no tener en cuenta el riesgo con la ma-
nifestación de fuerza y vitalidad que en un grado suficiente compensa la in-
seguridad) está más allá del alcance de este artículo. Limitémonos a la obser-
vación de que muchos más de nosotros estamos más dispuestos a aceptar el
aspecto romántico como un vestuario, que considerar al romanticismo como
% Citado de: ANDERSON 1997: 549.
10 A pesar de la necesidad de distinguir una clara diferencia en el tratamiento de esta cuestión
entre el catolicismo y la ortodoxia, por una parte, y las iglesias protestantes, por otra, que mucho
menos acentúan esta distinción.
!! BERLIN 2004.