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Ewa Kubiak
Las crónicas jesuítas citan como autor del tempo a Juan Bautista Egidiano
de procedencia holandesa, que dirigía las obras en los años 1651-165836. He-
cho que hoy en día muchos ponen en duda, apostando más bien por la hipótesis
que Egidiano fuese únicamente el encargado de la construcción.
Las obras empezaron con el levantamiento de la Capilla de la Virgen de
Loreto, llamada también Capilla de Indios37, adosada a la pared sur-occidental
de la iglesia, y en relación con su construcción se menciona al arquitecto Fran-
cisco Domínguez de Chávez y Orellano38, encargado en el año 1652 de la ela-
boración de los portales, pilastras y capiteles. Cuando en el año 1664 se levantó
la fachada de la iglesia, las obras dirigía según los documentos ya otro maestro
constructor, Diego Martínez de Oviedo, responsable de la realización de porta-
da principal de la iglesia y del acabado de las torres según los bocetos existen-
tes del padre Fructuoso de Vieira. Las obras de la iglesia concluyeron en el año
1668, el altar mayor fue terminado dos años más tarde. La autoría del altar si-
gue siendo objeto de conjeturas, ya que aunque las crónicas jesuítas mencionan
aquí de nuevo a Juan Bautista Egidiano39, el estilo de la obra hace pensar más
bien en Diego Martínez de Oviedo como posible autor.
La iglesia jesuíta muestra un volumen más reducido y de dimensiones di-
ferentes que la catedral, pero con una decoración de similar riqueza. Se cuen-
ta incluso que
En relación con la construcción de la iglesia, que debía ser más grande
que la catedral, los jesuitas entraron en un duradero conflicto con el ca-
pitulo catedralicio que defendía el derecho de la supremacía de la sede
episcopal, tanto por su tamaño como por la decoración arquitectónica40.
El ímpetu y las dimensiones de la nueva iglesia jesuíta iban a hacer som-
bra no tan solo a la catedral, sino a todos los templos de la ciudad. La cuestión
fue llevada primero ante el Virrey, luego la casa real española dictó un decre-
to que apoyaba la posición del obispo, pero el conflicto perduró hasta que el
papa41 decidió de forma inequívoca sobre el predominio - también arquitectó-
nico - de la sede episcopal y ordenó la adaptación del proyecto jesuíta. En con-
secuencia de la
36 Wuffarden 2002a: 120.
37 La capilla tiene directa comunicación con la nave de la Iglesia contruida posterioramente,
en el inventario del año 1767; leemos: “Itt en el frente por el lado izquierdo en la puerta que cae
a la Capilla de Loreto” (AGNP Temporalidades [Inventarios] 1/13: 20 r.).
38 Wuffarden 2002a: 122.
39 Samenes Argumedo 2002: 159-162.
40 Gać 2002: 34.
41 Tickell, Tickell 1991: 102.
Ewa Kubiak
Las crónicas jesuítas citan como autor del tempo a Juan Bautista Egidiano
de procedencia holandesa, que dirigía las obras en los años 1651-165836. He-
cho que hoy en día muchos ponen en duda, apostando más bien por la hipótesis
que Egidiano fuese únicamente el encargado de la construcción.
Las obras empezaron con el levantamiento de la Capilla de la Virgen de
Loreto, llamada también Capilla de Indios37, adosada a la pared sur-occidental
de la iglesia, y en relación con su construcción se menciona al arquitecto Fran-
cisco Domínguez de Chávez y Orellano38, encargado en el año 1652 de la ela-
boración de los portales, pilastras y capiteles. Cuando en el año 1664 se levantó
la fachada de la iglesia, las obras dirigía según los documentos ya otro maestro
constructor, Diego Martínez de Oviedo, responsable de la realización de porta-
da principal de la iglesia y del acabado de las torres según los bocetos existen-
tes del padre Fructuoso de Vieira. Las obras de la iglesia concluyeron en el año
1668, el altar mayor fue terminado dos años más tarde. La autoría del altar si-
gue siendo objeto de conjeturas, ya que aunque las crónicas jesuítas mencionan
aquí de nuevo a Juan Bautista Egidiano39, el estilo de la obra hace pensar más
bien en Diego Martínez de Oviedo como posible autor.
La iglesia jesuíta muestra un volumen más reducido y de dimensiones di-
ferentes que la catedral, pero con una decoración de similar riqueza. Se cuen-
ta incluso que
En relación con la construcción de la iglesia, que debía ser más grande
que la catedral, los jesuitas entraron en un duradero conflicto con el ca-
pitulo catedralicio que defendía el derecho de la supremacía de la sede
episcopal, tanto por su tamaño como por la decoración arquitectónica40.
El ímpetu y las dimensiones de la nueva iglesia jesuíta iban a hacer som-
bra no tan solo a la catedral, sino a todos los templos de la ciudad. La cuestión
fue llevada primero ante el Virrey, luego la casa real española dictó un decre-
to que apoyaba la posición del obispo, pero el conflicto perduró hasta que el
papa41 decidió de forma inequívoca sobre el predominio - también arquitectó-
nico - de la sede episcopal y ordenó la adaptación del proyecto jesuíta. En con-
secuencia de la
36 Wuffarden 2002a: 120.
37 La capilla tiene directa comunicación con la nave de la Iglesia contruida posterioramente,
en el inventario del año 1767; leemos: “Itt en el frente por el lado izquierdo en la puerta que cae
a la Capilla de Loreto” (AGNP Temporalidades [Inventarios] 1/13: 20 r.).
38 Wuffarden 2002a: 122.
39 Samenes Argumedo 2002: 159-162.
40 Gać 2002: 34.
41 Tickell, Tickell 1991: 102.