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Ricardo González
tas más relacionadas con el titular, particularmente en las marianas, en las dedi-
cadas a Cristo y a San Pedro.
Las capillas de cofradía
Las funciones que acabamos de reseñar se desarrollaban en su mayor par-
te en capillas propias, espacio consustancial a la existencia de la hermandad,
ya que la distinción del ámbito era la marca en el espacio de su identidad y el
significante del carácter particular del culto, centrado en la imagen y el retablo
a los que servía de escena. El modo de articulación espacial con la iglesia podía
coincidir con el ámbito general del templo, si la cofradía tenía la imagen de su
patrono en el altar mayor, variante común en las iglesias parroquiales, aunque
con algún ejemplo conventual como el de la iglesia mercedaria o bien si dispo-
nía de un edificio propio, como ocurría con la tercera orden de San Francisco
y su capilla de San Roque [fig. 1 ], la cofradía de N. Sra. de Montserrat y la her-
mandad de la Santa Caridad.
[Fig. 1. Carlos Pellegrini, fachada de la
capilla de San Roque.]
En el siglo XVIII la tercera orden franciscana edificó una capilla propia,
la que dotó además de una importante cripta que tomaba el subsuelo, con lo que
garantizaba el enterramiento de sus cofrades. La capilla era en realidad una pe-
queña iglesia, que permitía realizar sus funciones y ejercicios, que requerían
Ricardo González
tas más relacionadas con el titular, particularmente en las marianas, en las dedi-
cadas a Cristo y a San Pedro.
Las capillas de cofradía
Las funciones que acabamos de reseñar se desarrollaban en su mayor par-
te en capillas propias, espacio consustancial a la existencia de la hermandad,
ya que la distinción del ámbito era la marca en el espacio de su identidad y el
significante del carácter particular del culto, centrado en la imagen y el retablo
a los que servía de escena. El modo de articulación espacial con la iglesia podía
coincidir con el ámbito general del templo, si la cofradía tenía la imagen de su
patrono en el altar mayor, variante común en las iglesias parroquiales, aunque
con algún ejemplo conventual como el de la iglesia mercedaria o bien si dispo-
nía de un edificio propio, como ocurría con la tercera orden de San Francisco
y su capilla de San Roque [fig. 1 ], la cofradía de N. Sra. de Montserrat y la her-
mandad de la Santa Caridad.
[Fig. 1. Carlos Pellegrini, fachada de la
capilla de San Roque.]
En el siglo XVIII la tercera orden franciscana edificó una capilla propia,
la que dotó además de una importante cripta que tomaba el subsuelo, con lo que
garantizaba el enterramiento de sus cofrades. La capilla era en realidad una pe-
queña iglesia, que permitía realizar sus funciones y ejercicios, que requerían