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Sztuka Ameryki Łacińskiej — 4.2014

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González, Ricardo: Imágenes y retablos de las cofradías de Buenos Aires colonial
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https://doi.org/10.11588/diglit.52437#0039
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Imágenes y retablos de las cofradías de Buenos Aires colonial

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[Fig. 13. Santa Rosa de Viterbo, capilla de San
Roque.]

Imágenes de talla completa importadas. Quizás por el costo del traslado,
varias de las obras importadas fueron del tipo llamado “cabeza y manos”, a las
que se les agregaba un caballete para transformarlas en imágenes de vestir, pero
las cofradías regionales españolas, establecidas a fines del siglo XVIII en San
Ignacio ofrecen dos ejemplos de tallas de bulto peninsulares: la de la Virgen de
Montserrat [fig. 1 l]y la de Santiago Apóstol [fig. 12], Ambas siguen los mo-
delos románicos tradicionales y en virtud de ese origen adoptan una configura-
ción sedente, común en las representaciones entronizadas medievales. Esta fi-
delidad a los modelos tipológicos se da sin contradicción con la adaptación de
la representación a las formas de verosimilitud vigentes. La caracterización, la
anatomía, las proporciones y las vestiduras no rechazan un criterio mimético
y en el Santiago se acerca a un fuerte naturalismo fisonómico que denotaba (la
cabeza se perdió y fue reemplazada) la observación real. La policromía varía
y mientras el escultor gallego José Ferreiro adopta para el ropaje del Apóstol
un estofado monocromo y una esclavina dorada con las conchas de su emble-
ma, el anónimo tallista de la Virgen de Montserrat, en todo sentido más están-
dar y convencional, combina el estofado de la túnica con pintura uniforme para
el manto. La otra imagen de la Virgen de Montserrat (en la parroquia homó-
nima) responde igualmente a su tipo, aunque no podemos siquiera afirmar que
sea la original. De Quito proviene tan sólo una escultura de bulto, que es la que
perteneció a la hermandad de negros de Santa Rosa de Viterbo [fig. 13]. Es una
imagen atractiva aunque simple en su concepción plástica y de mediana escala
que indudablemente fue terminada en Bue-
nos Aires, cambiando las sinuosas compo-
siciones y atractivas policromías quiteñas
por un drapeado regular de tonos apagados.
 
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