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Ricardo González
tiza la austeridad del diseño con un leve movimiento de planta y una medida
pero rica ornamentación de copones, pilastras y una gran corona que pende en-
cima del centro del entablamento. El de Santiago [fig. 29] pierde un par de co-
lumnas, las características incrustaciones de los fustes que eran lugar común en
la ornamentación local, y el juego de volutas, festones y frontones que estable-
cía cierta dinámica interna en el ático. En cambio la dimensión mayor del nicho
y la austeridad del registro superior rematado con un frontón recto con el escu-
do gallego le dan una gravitas clásica acentuada por el claroscuro que producen
las columnas y la hornacina. Las tres obras describen un continuo coincidente
con la secuencia cronológica en el que la misma base estructural se resuelve de
un modo cada vez más despojado mientras que, contrariamente, la importancia
del nicho central y el sentido monumental se incrementan. Los tres retablos chi-
cos que hiciera Hernández para cofradías presentan algunas particularidades.
El de San Pedro [fig. 30], utiliza un ritmo de frontones curvos quebrados que
hacen eco al medio punto del nicho y rematan con un arco rebajado en una se-
cuencia dinámica de resonancia barroca pese a la sobriedad. En el de Covadon-
ga [fig. 31], en cambio, se apela a una ortodoxia clásica casi escolar que sólo
las personificaciones del ático alivianan.
[Fig. 28. Juan Antonio Gaspar Hernandez, retablo del Santo Cristo, Catedral.]
Ricardo González
tiza la austeridad del diseño con un leve movimiento de planta y una medida
pero rica ornamentación de copones, pilastras y una gran corona que pende en-
cima del centro del entablamento. El de Santiago [fig. 29] pierde un par de co-
lumnas, las características incrustaciones de los fustes que eran lugar común en
la ornamentación local, y el juego de volutas, festones y frontones que estable-
cía cierta dinámica interna en el ático. En cambio la dimensión mayor del nicho
y la austeridad del registro superior rematado con un frontón recto con el escu-
do gallego le dan una gravitas clásica acentuada por el claroscuro que producen
las columnas y la hornacina. Las tres obras describen un continuo coincidente
con la secuencia cronológica en el que la misma base estructural se resuelve de
un modo cada vez más despojado mientras que, contrariamente, la importancia
del nicho central y el sentido monumental se incrementan. Los tres retablos chi-
cos que hiciera Hernández para cofradías presentan algunas particularidades.
El de San Pedro [fig. 30], utiliza un ritmo de frontones curvos quebrados que
hacen eco al medio punto del nicho y rematan con un arco rebajado en una se-
cuencia dinámica de resonancia barroca pese a la sobriedad. En el de Covadon-
ga [fig. 31], en cambio, se apela a una ortodoxia clásica casi escolar que sólo
las personificaciones del ático alivianan.
[Fig. 28. Juan Antonio Gaspar Hernandez, retablo del Santo Cristo, Catedral.]