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Ricardo González
[Fig. 34. Isidro Lorca, retablo mayor, Catedral.]
En las obras anteriores a Hernández, el elemento decorativo y ornamen-
tal cumplía un papel muy importante. Desde la suntuosa decoración de Souza,
con sus elegantes columnas salomónicas a las ampulosas curvas y formas en-
trelazadas que adquieren los acantos y los roleos en las ménsulas y decoracio-
nes de paneles en los retablos de Saravia [fig. 33], un carácter orgánico y una
materialidad vibrante parece representar el fervor religioso al que sirven. Con
Hernández - inspirado en el uso de la ornamentación en el basamento del reta-
blo mayor de la Catedral, de Isidro Lorea (1774-1784) [fig. 34] - la expresión
de este mundo ficticio es reemplazada por una ornamentación enmarcada en
los paneles de bancos y sotabancos, claramente separada de los miembros del
cuerpo. Esta ornamentación no compromete la limpieza compositiva ni la fisca-
lización perceptiva del conjunto en el tema único, al mismo tiempo que se pre-
senta como un espacio plástico potencialmente significativo desde el punto de
vista iconográfico ya que se destinarán a incorporar imágenes que remiten al ti-
tular. Finalmente, los áticos constituyen en varias de las obras de Hernández un
espacio receptivo de elementos ornamentales y figurativos. Relieves, escudos
y personificaciones vinculados con el tema central aparecen allí rodeados de
copones, pirámides y pilastras. Estas obras contraponen la sencillez de la com-
posición de los cuerpos con una medida densidad decorativa en el ático y el ba-
samento. El omamentalismo que domina la retablística de la segunda mitad del
Ricardo González
[Fig. 34. Isidro Lorca, retablo mayor, Catedral.]
En las obras anteriores a Hernández, el elemento decorativo y ornamen-
tal cumplía un papel muy importante. Desde la suntuosa decoración de Souza,
con sus elegantes columnas salomónicas a las ampulosas curvas y formas en-
trelazadas que adquieren los acantos y los roleos en las ménsulas y decoracio-
nes de paneles en los retablos de Saravia [fig. 33], un carácter orgánico y una
materialidad vibrante parece representar el fervor religioso al que sirven. Con
Hernández - inspirado en el uso de la ornamentación en el basamento del reta-
blo mayor de la Catedral, de Isidro Lorea (1774-1784) [fig. 34] - la expresión
de este mundo ficticio es reemplazada por una ornamentación enmarcada en
los paneles de bancos y sotabancos, claramente separada de los miembros del
cuerpo. Esta ornamentación no compromete la limpieza compositiva ni la fisca-
lización perceptiva del conjunto en el tema único, al mismo tiempo que se pre-
senta como un espacio plástico potencialmente significativo desde el punto de
vista iconográfico ya que se destinarán a incorporar imágenes que remiten al ti-
tular. Finalmente, los áticos constituyen en varias de las obras de Hernández un
espacio receptivo de elementos ornamentales y figurativos. Relieves, escudos
y personificaciones vinculados con el tema central aparecen allí rodeados de
copones, pirámides y pilastras. Estas obras contraponen la sencillez de la com-
posición de los cuerpos con una medida densidad decorativa en el ático y el ba-
samento. El omamentalismo que domina la retablística de la segunda mitad del