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Carlos Dimeo-
nación sociológica»38 para la construcción y la definición de una industria y por
supuesto en el sentido que Horkheimer y Adorno, otorgan a la categoría de una
industria cultural.
La minimización de las fuerzas productivas, por el poder desarrollado
a través de las fuerzas intelectivas (mal llamadas nuevas tecnologías de la infor-
mación) apuntaron históricamente a minimizar algunas categorías, y a elevar
otras. Una de ellas por supuesto fue la de «industria» y sucesivamente, y en
consecuencia, la de «industria cultural». El punto de quiebre y de inflexión de
este paso (industria como lugar de manufactura de un producto artesanal a in-
dustria como centro de recepción de los órdenes de la cultura y sus productos
o producciones) está alojado en el quiebre del sistema fordista39, puesto que
a partir de allí todo ha pasado al lugar débil del pensamiento, y como conse-
cuencia de ello la cuestión de la construcción, apropiación, dispersión y/o di-
fusión del «conocimiento» tuvo su desplome. Estoy plenamente seguro (y me
permito decirlo en primera persona) que los franciscanos de aquel tiempo, en
absoluto pensaban en tomo a la noción o categoría de «industria», y mucho me-
nos en una categoría más aún de la contemporaneidad liminal entre modernidad
y posmodemidad. No obstante, pareciera irrefutable decir que no lo fue, o que
no lo haya sido. Evidentemente las obras de teatro presentadas no respondían
a un mecanismo que les permitiera basarse en un modelo de producción en se-
rie, ni tampoco en la elaboración industrializada de un objeto de creación. La
tecnología, las formas de vida, el espíritu de la época no tenía ni la más mínima
noción de aquello. De tal modo el concepto es irrevocable, pero el fin hallado
con las obras representadas abandona (a guisa de sus proyectos, fueran religio-
sos, ideológicos y/o políticos) su perspectiva meramente artesanal y pretende
en una sucesiva e imaginaria «cadena de montaje» instalar una suerte de tran-
sición y de proceso, de aceleración y estandarización de los recursos, así como
de los objetivos que se plantearon. Digamos que como tal lo fue, y que poco se
ha dicho sobre esa empresa, que resultó por demás temeraria, pero que dejó los
frutos que ellos mismos esperaban. La conquista, la hispanización, fue a la vez
una gran industria cultural plagada de una gran cantidad de producción de si-
38 Mills: 1961.
39 Vicente Safón Cano nos explica que: «Fordismo es la producción en serie en el modelo de
cadena de montaje, al utilizar maquinaria con fines especiales y, principalmente, trabajadores no
cualificados en una división del trabajo basada en una fragmentación de tareas cada vez mayor.
La era fordista se caracteriza por la dominación de los mercados de masas y por bienes estanda-
rizados que se mantienen durante largo tiempo. El fordismo surge de la eficiencia tecnológica de
la producción planificada, que se basa en la separación entre concepción y ejecución, y de la efi-
ciencia económica de fábricas de gran escala. El fordismo viene dominado por la lógica económi-
ca, la lógica de la ventaja comparativa y del funcionamiento del mercado». Véase esta definición
en el texto: Safón Cano 1997: 310.
Carlos Dimeo-
nación sociológica»38 para la construcción y la definición de una industria y por
supuesto en el sentido que Horkheimer y Adorno, otorgan a la categoría de una
industria cultural.
La minimización de las fuerzas productivas, por el poder desarrollado
a través de las fuerzas intelectivas (mal llamadas nuevas tecnologías de la infor-
mación) apuntaron históricamente a minimizar algunas categorías, y a elevar
otras. Una de ellas por supuesto fue la de «industria» y sucesivamente, y en
consecuencia, la de «industria cultural». El punto de quiebre y de inflexión de
este paso (industria como lugar de manufactura de un producto artesanal a in-
dustria como centro de recepción de los órdenes de la cultura y sus productos
o producciones) está alojado en el quiebre del sistema fordista39, puesto que
a partir de allí todo ha pasado al lugar débil del pensamiento, y como conse-
cuencia de ello la cuestión de la construcción, apropiación, dispersión y/o di-
fusión del «conocimiento» tuvo su desplome. Estoy plenamente seguro (y me
permito decirlo en primera persona) que los franciscanos de aquel tiempo, en
absoluto pensaban en tomo a la noción o categoría de «industria», y mucho me-
nos en una categoría más aún de la contemporaneidad liminal entre modernidad
y posmodemidad. No obstante, pareciera irrefutable decir que no lo fue, o que
no lo haya sido. Evidentemente las obras de teatro presentadas no respondían
a un mecanismo que les permitiera basarse en un modelo de producción en se-
rie, ni tampoco en la elaboración industrializada de un objeto de creación. La
tecnología, las formas de vida, el espíritu de la época no tenía ni la más mínima
noción de aquello. De tal modo el concepto es irrevocable, pero el fin hallado
con las obras representadas abandona (a guisa de sus proyectos, fueran religio-
sos, ideológicos y/o políticos) su perspectiva meramente artesanal y pretende
en una sucesiva e imaginaria «cadena de montaje» instalar una suerte de tran-
sición y de proceso, de aceleración y estandarización de los recursos, así como
de los objetivos que se plantearon. Digamos que como tal lo fue, y que poco se
ha dicho sobre esa empresa, que resultó por demás temeraria, pero que dejó los
frutos que ellos mismos esperaban. La conquista, la hispanización, fue a la vez
una gran industria cultural plagada de una gran cantidad de producción de si-
38 Mills: 1961.
39 Vicente Safón Cano nos explica que: «Fordismo es la producción en serie en el modelo de
cadena de montaje, al utilizar maquinaria con fines especiales y, principalmente, trabajadores no
cualificados en una división del trabajo basada en una fragmentación de tareas cada vez mayor.
La era fordista se caracteriza por la dominación de los mercados de masas y por bienes estanda-
rizados que se mantienen durante largo tiempo. El fordismo surge de la eficiencia tecnológica de
la producción planificada, que se basa en la separación entre concepción y ejecución, y de la efi-
ciencia económica de fábricas de gran escala. El fordismo viene dominado por la lógica económi-
ca, la lógica de la ventaja comparativa y del funcionamiento del mercado». Véase esta definición
en el texto: Safón Cano 1997: 310.