Hechos hierofánicos y experiencias místicas
141
Cuando los europeos descubrieron el llamado “Nuevo Mundo” encontra-
ron a una población tan diferente de sí mismos que pensaron que los indígenas
eran seres míticos (de procedencia divina) o por el contrario entes que se halla-
ban en las puertas de la bestialidad. Estos conceptos y los prejuicios raciales en
que se afirmaron los conquistadores bajo la influencia de la religión encontra-
ron su escape en la idea de la segregación. Los misioneros católicos estigma-
tizaron “las costumbres perversas de los Indios” y los predicadores protestan-
tes vieron en su manera de ser, una confirmación de la depravación del hombre
desde el pecado original. El indio era percibido como otro muy distinto, y esen-
cialmente como un enemigo, como un ser infrahumano; que a los españoles
les infundió desprecio y ansiedad. Los únicos verdaderos aliados de los indios
fueron sólo algunos monjes, que comenzaron a llegar a la “Nueva España” en
1523. Trajeron consigo un objetivo preciso y fundamental, el de convertir a es-
tos “hombres sin alma” al cristianismo. Especialmente las órdenes mendican-
tes (los franciscanos, los dominicos y los agustinos) fueron quienes protegie-
ron a los indios ante las peores crueldades cometidas por los conquistadores.
El comportamiento de los primeros monjes se caracterizaba por su fervor reli-
gioso y el humanitarismo que tuvieron hacia los indígenas, los cuales se defen-
dieron antes de la explotación del poder administrativo y de los encomenderos.
Durante la primera etapa de la cristianización los misioneros lucharon
fuertemente con todos los signos de los antiguos cultos, destruyeron los tem-
plos y las imágenes de los dioses indígenas. A este tipo de acontecimientos die-
ron el carácter de espectáculo durante el cual los indios eran testigos de la caí-
da y la debilidad de sus dioses3. Sin duda alguna, la evangelización significó
un profundo choque para la mentalidad indígena, ya que fue llevada a cabo por
medio de la fuerza: los antiguos códices que fueron encontrados se quemaban
sin piedad para que no quedara ningún vestigio de una cultura aborrecida por
el imperio español de entonces. A tal punto trataron de borrar el legado cultu-
ral y religioso de los pueblos indios que aquellos que se atrevieran a esconder
los códices eran severamente castigados. También los templos fueron destrui-
dos y en su lugar aparecieron las iglesias cristianas. No obstante, el resultado
de toda esa “limpieza” cultural fue entonces superficial: los antiguos cultos se
mantuvieron apartados del culto de María o los santos, y en lugar de los sacri-
ficios humanos que se llevaban a cabo, se ofrecieron sacrificios animales. Los
aztecas no facilitaron a los canónigos el proceso de cristianización, la mayoría
de las conversiones eran superficiales, consistían más bien en mostrar la obe-
diencia, antes que en el verdadero deseo de estar salvado en Cristo. Las creen-
cias aztecas sobrevivieron practicadas clandestinamente4.
3 Frankowska 1972: 17-18.
4 Lewis 2002: 79.
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Cuando los europeos descubrieron el llamado “Nuevo Mundo” encontra-
ron a una población tan diferente de sí mismos que pensaron que los indígenas
eran seres míticos (de procedencia divina) o por el contrario entes que se halla-
ban en las puertas de la bestialidad. Estos conceptos y los prejuicios raciales en
que se afirmaron los conquistadores bajo la influencia de la religión encontra-
ron su escape en la idea de la segregación. Los misioneros católicos estigma-
tizaron “las costumbres perversas de los Indios” y los predicadores protestan-
tes vieron en su manera de ser, una confirmación de la depravación del hombre
desde el pecado original. El indio era percibido como otro muy distinto, y esen-
cialmente como un enemigo, como un ser infrahumano; que a los españoles
les infundió desprecio y ansiedad. Los únicos verdaderos aliados de los indios
fueron sólo algunos monjes, que comenzaron a llegar a la “Nueva España” en
1523. Trajeron consigo un objetivo preciso y fundamental, el de convertir a es-
tos “hombres sin alma” al cristianismo. Especialmente las órdenes mendican-
tes (los franciscanos, los dominicos y los agustinos) fueron quienes protegie-
ron a los indios ante las peores crueldades cometidas por los conquistadores.
El comportamiento de los primeros monjes se caracterizaba por su fervor reli-
gioso y el humanitarismo que tuvieron hacia los indígenas, los cuales se defen-
dieron antes de la explotación del poder administrativo y de los encomenderos.
Durante la primera etapa de la cristianización los misioneros lucharon
fuertemente con todos los signos de los antiguos cultos, destruyeron los tem-
plos y las imágenes de los dioses indígenas. A este tipo de acontecimientos die-
ron el carácter de espectáculo durante el cual los indios eran testigos de la caí-
da y la debilidad de sus dioses3. Sin duda alguna, la evangelización significó
un profundo choque para la mentalidad indígena, ya que fue llevada a cabo por
medio de la fuerza: los antiguos códices que fueron encontrados se quemaban
sin piedad para que no quedara ningún vestigio de una cultura aborrecida por
el imperio español de entonces. A tal punto trataron de borrar el legado cultu-
ral y religioso de los pueblos indios que aquellos que se atrevieran a esconder
los códices eran severamente castigados. También los templos fueron destrui-
dos y en su lugar aparecieron las iglesias cristianas. No obstante, el resultado
de toda esa “limpieza” cultural fue entonces superficial: los antiguos cultos se
mantuvieron apartados del culto de María o los santos, y en lugar de los sacri-
ficios humanos que se llevaban a cabo, se ofrecieron sacrificios animales. Los
aztecas no facilitaron a los canónigos el proceso de cristianización, la mayoría
de las conversiones eran superficiales, consistían más bien en mostrar la obe-
diencia, antes que en el verdadero deseo de estar salvado en Cristo. Las creen-
cias aztecas sobrevivieron practicadas clandestinamente4.
3 Frankowska 1972: 17-18.
4 Lewis 2002: 79.