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Juan Ignacio Vallejos
plantea Kunst, lo político en el arte contemporáneo debería articularse a través
de la visibilización de las condiciones de explotación específicas del campo ar-
tístico y no a través de una representación metafórica de la explotación huma-
na. La precariedad del artificio artístico expuesto en la obra no es una metáfora
que remite a un elemento externo, no es un discurso que enarbola un alegato en
contra de la explotación, es la exhibición de algo que forma parte de la misma
subjetividad de los artistas, algo intrínseco a la misma de la obra, por eso es una
precariedad que genera poética porque es un elemento constitutivo de su prác-
tica artística. La obra exhibe la precariedad como una condición “real”, en tér-
minos de Ziźek, del arte y de los artistas de la ciudad de Buenos Aires. La pre-
cariedad puede leerse como un espectro omnipresente y determinante, no sólo
de las condiciones materiales de producción sino también del valor simbólico
de la obra y del trabajo de los artistas en nuestra cultura.
De ahí accedemos a un nuevo aspecto del fetichismo de la obra que se re-
laciona, en cierto modo, con el colonialismo estético expresado en lo que Eleo-
nora Fabiáo define como una “‘paranoiac mimicry [imitación paranoica]”.10 Los
artistas latinoamericanos independientes se sienten en muchos casos obligados
a montar obras con un nivel de producción similar al de los países centrales,
algo que debido al bajo financiamiento del que disponen en la gran mayoría de
los casos se vuelve un objetivo muy difícil de alcanzar. El deseo de ser acepta-
dos por los medios hegemónicos europeos o norteamericanos hace que en mu-
chos casos persigan modelos estéticos ajenos a la realidad cultural y material
en la que viven. Esto de por sí no es algo cuestionable, el problema son las con-
secuencias que produce en la vida de los artistas implicados. Uno de los temas
comunes a la hora de producir una obra de danza contemporánea independien-
te en Buenos Aires es que la gran mayoría del dinero de la producción sea usa-
do para pagar vestuario, iluminación, escenografía, salas de ensayo o artefactos
electrónicos en lugar de horas de trabajo de los intérpretes. Esto es algo que no
sólo influye negativamente en las condiciones materiales de vida de los intér-
pretes sino que relega simbólicamente su trabajo artístico a un lugar de inferio-
ridad. Por esta razón, Gandini afirmaba en la entrevista que si pudiera acceder
a un mayor financiamiento intentaría hacer que los interpretes reciban más di-
nero ya que “no puede ser que la obra gane más que [ellos], es ilógico”.11
10 Fabiáo 2010: 109.
11 Diomedi 2015: sin paginar.
Juan Ignacio Vallejos
plantea Kunst, lo político en el arte contemporáneo debería articularse a través
de la visibilización de las condiciones de explotación específicas del campo ar-
tístico y no a través de una representación metafórica de la explotación huma-
na. La precariedad del artificio artístico expuesto en la obra no es una metáfora
que remite a un elemento externo, no es un discurso que enarbola un alegato en
contra de la explotación, es la exhibición de algo que forma parte de la misma
subjetividad de los artistas, algo intrínseco a la misma de la obra, por eso es una
precariedad que genera poética porque es un elemento constitutivo de su prác-
tica artística. La obra exhibe la precariedad como una condición “real”, en tér-
minos de Ziźek, del arte y de los artistas de la ciudad de Buenos Aires. La pre-
cariedad puede leerse como un espectro omnipresente y determinante, no sólo
de las condiciones materiales de producción sino también del valor simbólico
de la obra y del trabajo de los artistas en nuestra cultura.
De ahí accedemos a un nuevo aspecto del fetichismo de la obra que se re-
laciona, en cierto modo, con el colonialismo estético expresado en lo que Eleo-
nora Fabiáo define como una “‘paranoiac mimicry [imitación paranoica]”.10 Los
artistas latinoamericanos independientes se sienten en muchos casos obligados
a montar obras con un nivel de producción similar al de los países centrales,
algo que debido al bajo financiamiento del que disponen en la gran mayoría de
los casos se vuelve un objetivo muy difícil de alcanzar. El deseo de ser acepta-
dos por los medios hegemónicos europeos o norteamericanos hace que en mu-
chos casos persigan modelos estéticos ajenos a la realidad cultural y material
en la que viven. Esto de por sí no es algo cuestionable, el problema son las con-
secuencias que produce en la vida de los artistas implicados. Uno de los temas
comunes a la hora de producir una obra de danza contemporánea independien-
te en Buenos Aires es que la gran mayoría del dinero de la producción sea usa-
do para pagar vestuario, iluminación, escenografía, salas de ensayo o artefactos
electrónicos en lugar de horas de trabajo de los intérpretes. Esto es algo que no
sólo influye negativamente en las condiciones materiales de vida de los intér-
pretes sino que relega simbólicamente su trabajo artístico a un lugar de inferio-
ridad. Por esta razón, Gandini afirmaba en la entrevista que si pudiera acceder
a un mayor financiamiento intentaría hacer que los interpretes reciban más di-
nero ya que “no puede ser que la obra gane más que [ellos], es ilógico”.11
10 Fabiáo 2010: 109.
11 Diomedi 2015: sin paginar.