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AHTE DE LA PINTURA.
Platonlib. llde
"De verdad no vemos los dioses, pero fabricamos
"imágenes suyas, y honrándolas, aunque muertas,
"nos prometemos por esto que los mesmos dioses vi-
vientes nos han de ser agradecidos y favorables.))
Y por no extendernos más, basten las razones de
Adriano papa: «A todos los príncipes, bien que sean
"malísimos pecadores, los adoramos y saludamos con
"reverencias. ¿Qué es, pues, lo que veda que no sea
"lícito venerar también los santos ministros de Dios
"y en memoria de ellos poner y levantar imágenes?"
Con la cual sentencia habremos dado cima al
más ilustre y grande argumento de nuestro libro.
Finalmente, remitimos al curioso que quisiere saber
más de las sagradas imágenes, al docto libro de Juan
de Molano, y al que escribió el reverendísimo car-
denal Paleoto Obispo de Bolonia, y al compendioso
(aunque breve) del P. Martin de Roa, de la Compa-
ñía de Jesús. Y aunque parezca haberme apartado de
mi intento á tratar la materia de las imágenes (pues
también competen á otras artes), hago saber que si
no son todo el empleo de la pintura, son, empero, la
parte más ilustre y majestuosa y que le da mayor
gloria y esplendor, empleándose en las historias sa-
gradas y misterios divinos que enseña la fe, de las
obras de Cristo y de su Santísima Madre, vidas y
muertes de los santos, mártires, confesores, y vír-
genes, y todo lo que á esto pertenece; y es la más
dificultosa parte que ejercita esta noble arte, por las
obligaciones forzosas que tiene de verdad, propie-
dad y decoro, en que tan pocos aciertan, aunque
sean grandes pintores, como se verá largamente en
el segundo libro.
AHTE DE LA PINTURA.
Platonlib. llde
"De verdad no vemos los dioses, pero fabricamos
"imágenes suyas, y honrándolas, aunque muertas,
"nos prometemos por esto que los mesmos dioses vi-
vientes nos han de ser agradecidos y favorables.))
Y por no extendernos más, basten las razones de
Adriano papa: «A todos los príncipes, bien que sean
"malísimos pecadores, los adoramos y saludamos con
"reverencias. ¿Qué es, pues, lo que veda que no sea
"lícito venerar también los santos ministros de Dios
"y en memoria de ellos poner y levantar imágenes?"
Con la cual sentencia habremos dado cima al
más ilustre y grande argumento de nuestro libro.
Finalmente, remitimos al curioso que quisiere saber
más de las sagradas imágenes, al docto libro de Juan
de Molano, y al que escribió el reverendísimo car-
denal Paleoto Obispo de Bolonia, y al compendioso
(aunque breve) del P. Martin de Roa, de la Compa-
ñía de Jesús. Y aunque parezca haberme apartado de
mi intento á tratar la materia de las imágenes (pues
también competen á otras artes), hago saber que si
no son todo el empleo de la pintura, son, empero, la
parte más ilustre y majestuosa y que le da mayor
gloria y esplendor, empleándose en las historias sa-
gradas y misterios divinos que enseña la fe, de las
obras de Cristo y de su Santísima Madre, vidas y
muertes de los santos, mártires, confesores, y vír-
genes, y todo lo que á esto pertenece; y es la más
dificultosa parte que ejercita esta noble arte, por las
obligaciones forzosas que tiene de verdad, propie-
dad y decoro, en que tan pocos aciertan, aunque
sean grandes pintores, como se verá largamente en
el segundo libro.