Imágenes y retablos de las cofradías de Buenos Aires colonial
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da parcialmente, debido a la falta de obras anteriores a 1750. La descripción de
la capilla del Santo Cristo es la única que conservamos del 1600. Es llamati-
vo y quizás sintomático, que la capilla del gobernador y la Audiencia no conta-
se con un verdadero retablo. El interés radica en el arreglo sucedáneo: la forma
en que la carencia era salvada mediante la composición de un complejo y apa-
rentemente poco ordenado conjunto de elementos, de los que la imagen era el
centro. El ambiente que trasunta la descripción es peculiar. Con sus colgaduras,
tejidos, macetitas, cuadros de paisajes y multitud de pequeños objetos parece
tener características más domésticas que las que imponían el retablo y la orna-
mentación tradicional.
[Fig. 17. José de Souza, Retablo mayor, capilla de San Roque, San Francisco,
Buenos Aires, perdido.]
Los retablos de cofradías del siglo XVIII que conocemos pertenecen a la
segunda mitad de la centuria. La reconstrucción de las iglesias porteñas a lo
largo de los cincuenta años precedentes conllevó el cambio del equipamiento
mueble y por ello sólo una vez reedificadas comenzó el proceso de reemplazo
de los retablos. Los dos más antiguos registrados en la ciudad, pertenecientes
a hermandades, son el de los terciarios franciscanos en la capilla de San Roque
y el de la Virgen de las Nieves en el templo que fuera de los jesuítas. El de San
Roque [fig. 17], desaparecido pero conocido por fotografías, fue emplazado en
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da parcialmente, debido a la falta de obras anteriores a 1750. La descripción de
la capilla del Santo Cristo es la única que conservamos del 1600. Es llamati-
vo y quizás sintomático, que la capilla del gobernador y la Audiencia no conta-
se con un verdadero retablo. El interés radica en el arreglo sucedáneo: la forma
en que la carencia era salvada mediante la composición de un complejo y apa-
rentemente poco ordenado conjunto de elementos, de los que la imagen era el
centro. El ambiente que trasunta la descripción es peculiar. Con sus colgaduras,
tejidos, macetitas, cuadros de paisajes y multitud de pequeños objetos parece
tener características más domésticas que las que imponían el retablo y la orna-
mentación tradicional.
[Fig. 17. José de Souza, Retablo mayor, capilla de San Roque, San Francisco,
Buenos Aires, perdido.]
Los retablos de cofradías del siglo XVIII que conocemos pertenecen a la
segunda mitad de la centuria. La reconstrucción de las iglesias porteñas a lo
largo de los cincuenta años precedentes conllevó el cambio del equipamiento
mueble y por ello sólo una vez reedificadas comenzó el proceso de reemplazo
de los retablos. Los dos más antiguos registrados en la ciudad, pertenecientes
a hermandades, son el de los terciarios franciscanos en la capilla de San Roque
y el de la Virgen de las Nieves en el templo que fuera de los jesuítas. El de San
Roque [fig. 17], desaparecido pero conocido por fotografías, fue emplazado en