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Anna Wendorff
Así pues según González Martínez, el sincretismo religioso se inscribiría
en la privación de la cuarta etapa.
Ahora bien, hoy por hoy según algunos informes estadísticos, el 83,9%
de los mexicanos forma parte de la feligresía de la Iglesia Católica, introduci-
da por los españoles en el siglo XVI. No obstante el fenómeno mencionado por
Enrique Krauze como “la presencia del pasado” sigue estando muy presente.
Las formas propias de sincretismo religioso en México se manifiestan en
tensiones, que a menudo surgen con prácticas rituales que estaban consideradas
por los indígenas como mágicas, y cuya eficacia subyace en invocar al mismo
tiempo los rezos cristianos. Casi todos los pueblos que viven hoy en América
Central han asimilado de los conquistadores la religión cristiana. Pero debemos
preguntarnos en realidad qué cambió o borró sus propias tradiciones, o frag-
mentos incomprensibles de la mitología, de las cosmogonías indias. A pesar
de ello, el acto de referirse a adivinaciones y a sus ritos emergen todavía en
el mundo de la representación mesoamericana como los vestigios de un am-
plio y arcaico grupo de religiones absorbidas por el mundo prehispánico42. Los
conquistadores impusieron a los autóctonos su propia religión, pero gracias
a una prolongada resistencia, los indios consiguieron conservar parte de su pa-
trimonio cultural y religioso, lo que parece estar a la vista de todos tanto en el
arte, así como también en la arquitectura mexicana. Un ejemplo por excelencia
está presente en la cruz apostada al lado del convento Acolmán43 del siglo XVI
en México. Veamos la siguiente imagen:
[Fig. 9. Fragmento de la cruz en el templo de Acolmán.]
42 Eliade, Couliano 1994: 48.
43 Antiguo convento de San Agustín.
Anna Wendorff
Así pues según González Martínez, el sincretismo religioso se inscribiría
en la privación de la cuarta etapa.
Ahora bien, hoy por hoy según algunos informes estadísticos, el 83,9%
de los mexicanos forma parte de la feligresía de la Iglesia Católica, introduci-
da por los españoles en el siglo XVI. No obstante el fenómeno mencionado por
Enrique Krauze como “la presencia del pasado” sigue estando muy presente.
Las formas propias de sincretismo religioso en México se manifiestan en
tensiones, que a menudo surgen con prácticas rituales que estaban consideradas
por los indígenas como mágicas, y cuya eficacia subyace en invocar al mismo
tiempo los rezos cristianos. Casi todos los pueblos que viven hoy en América
Central han asimilado de los conquistadores la religión cristiana. Pero debemos
preguntarnos en realidad qué cambió o borró sus propias tradiciones, o frag-
mentos incomprensibles de la mitología, de las cosmogonías indias. A pesar
de ello, el acto de referirse a adivinaciones y a sus ritos emergen todavía en
el mundo de la representación mesoamericana como los vestigios de un am-
plio y arcaico grupo de religiones absorbidas por el mundo prehispánico42. Los
conquistadores impusieron a los autóctonos su propia religión, pero gracias
a una prolongada resistencia, los indios consiguieron conservar parte de su pa-
trimonio cultural y religioso, lo que parece estar a la vista de todos tanto en el
arte, así como también en la arquitectura mexicana. Un ejemplo por excelencia
está presente en la cruz apostada al lado del convento Acolmán43 del siglo XVI
en México. Veamos la siguiente imagen:
[Fig. 9. Fragmento de la cruz en el templo de Acolmán.]
42 Eliade, Couliano 1994: 48.
43 Antiguo convento de San Agustín.