La risa de Eva
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Medusa y el abismo, entre la espantosa Gorgona y un misterio indescifrable.7
La escritura femenina, argumenta Cixous, debe derribar la retórica masculi-
na, contraponiendo al discurso rígido y codificado del patriarcado la lógica del
cuerpo femenino: el cuerpo que se opone a la sublimación y que preserva una
energía destructiva, fuente inagotable de la resistencia a la subyugación y el si-
lenciamiento. La Medusa-significante debe resistirse a la arbitrariedad del sig-
nificado monstruoso que le ha adjudicado el miedo masculino a la feminidad.
Según Cixous, la Medusa “es bella y está riendo”.8
La abundancia de publicaciones dedicadas a la reinterpretación de los mi-
tos desde la perspectiva femenina (y feminista) testifica a favor de la vigencia
del imaginario mítico antiguo en la cultura contemporánea. Recientemente, au-
toras como Natalie Haynes, Helen Morales o Pat Barker, para nombrar sólo al-
gunas, han explorado “el poder subversivo”9 de los mitos clásicos grecolatinos.
En el ámbito de la literatura mexicana, la figura mitificada de Malinalli (La Ma-
linche) sigue inspirando la producción literaria, incluidas, por ejemplo, las no-
velas de Laura Esquivel y Marisol Martín del Campo. Todas esas propuestas,
tanto literarias como investigativas no Acciónales, tienen algo en común: explo-
ran las posibilidades interpretativas del simbolismo mítico en oposición a la co-
dificación fija y aparentemente inmutable, sancionada y autorizada por la ideo-
logía patriarcal.
A continuación se propone un análisis de la novela El libro de Eva de Car-
men Boullosa. En términos generales, sin dejarse encajar definitivamente en
ningún sistema de clasificación, la novela se inscribe dentro de la tendencia li-
teraria del feminismo postmodemo. Boullosa propone una polémica con las in-
terpretaciones de los mitos bíblicos, que constituyen la base de tres sistemas re-
ligiosos (el judaismo, el cristianismo, el islam) y de la ideología patriarcal con
sus consecuencias para la historia del Occidente.
A primera vista, el discurso de la novela abarca una versión alternativa de
los hechos bíblicos descritos en el libro de Génesis, narrada desde el punto de
vista de Eva. La Eva bíblica es la narradora autodiegética, que intenta desmen-
tir las versiones religiosas e ideológicas de su propia historia. Sin embargo, la
estructura de la novela en el plano discursivo y en el nivel del paratexto invita
al lector a reevaluar sus primeras impresiones. ¿Quién en realidad es la narra-
dora de la mayoría del discurso? Para responder a esta pregunta, cabe valerse
de la distinción entre la voz narrativa y la focalización, explicada de una ma-
nera ya casi canónica por Mieke Bal. El narrador/la narradora y la focalización
determinan la situación narrativa, el focalizador siendo el sujeto que percibe, en
7 Cixous 1976: 885.
8 Cixous 1976: 885, trad, de la Autora.
9 Morales 2020:145.
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Medusa y el abismo, entre la espantosa Gorgona y un misterio indescifrable.7
La escritura femenina, argumenta Cixous, debe derribar la retórica masculi-
na, contraponiendo al discurso rígido y codificado del patriarcado la lógica del
cuerpo femenino: el cuerpo que se opone a la sublimación y que preserva una
energía destructiva, fuente inagotable de la resistencia a la subyugación y el si-
lenciamiento. La Medusa-significante debe resistirse a la arbitrariedad del sig-
nificado monstruoso que le ha adjudicado el miedo masculino a la feminidad.
Según Cixous, la Medusa “es bella y está riendo”.8
La abundancia de publicaciones dedicadas a la reinterpretación de los mi-
tos desde la perspectiva femenina (y feminista) testifica a favor de la vigencia
del imaginario mítico antiguo en la cultura contemporánea. Recientemente, au-
toras como Natalie Haynes, Helen Morales o Pat Barker, para nombrar sólo al-
gunas, han explorado “el poder subversivo”9 de los mitos clásicos grecolatinos.
En el ámbito de la literatura mexicana, la figura mitificada de Malinalli (La Ma-
linche) sigue inspirando la producción literaria, incluidas, por ejemplo, las no-
velas de Laura Esquivel y Marisol Martín del Campo. Todas esas propuestas,
tanto literarias como investigativas no Acciónales, tienen algo en común: explo-
ran las posibilidades interpretativas del simbolismo mítico en oposición a la co-
dificación fija y aparentemente inmutable, sancionada y autorizada por la ideo-
logía patriarcal.
A continuación se propone un análisis de la novela El libro de Eva de Car-
men Boullosa. En términos generales, sin dejarse encajar definitivamente en
ningún sistema de clasificación, la novela se inscribe dentro de la tendencia li-
teraria del feminismo postmodemo. Boullosa propone una polémica con las in-
terpretaciones de los mitos bíblicos, que constituyen la base de tres sistemas re-
ligiosos (el judaismo, el cristianismo, el islam) y de la ideología patriarcal con
sus consecuencias para la historia del Occidente.
A primera vista, el discurso de la novela abarca una versión alternativa de
los hechos bíblicos descritos en el libro de Génesis, narrada desde el punto de
vista de Eva. La Eva bíblica es la narradora autodiegética, que intenta desmen-
tir las versiones religiosas e ideológicas de su propia historia. Sin embargo, la
estructura de la novela en el plano discursivo y en el nivel del paratexto invita
al lector a reevaluar sus primeras impresiones. ¿Quién en realidad es la narra-
dora de la mayoría del discurso? Para responder a esta pregunta, cabe valerse
de la distinción entre la voz narrativa y la focalización, explicada de una ma-
nera ya casi canónica por Mieke Bal. El narrador/la narradora y la focalización
determinan la situación narrativa, el focalizador siendo el sujeto que percibe, en
7 Cixous 1976: 885.
8 Cixous 1976: 885, trad, de la Autora.
9 Morales 2020:145.