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AUGUSTO L. MAYER
conoció anteriormente con el apellido Gotliard y des-
pués con el de Nithard. Originario, con toda verosimili-
tud, de Wurzburg, vivió mucho tiempo en Seligenstadt y
fué contemporáneo de Durero ; trabajó principalmente
al servicio del elector Alberto de Brandenburgo en las
ciudades de Francfort y Maguncia, y contó con el me-
cenaje del canónigo Reizman, en Aschaffenburg. Sola-
mente se nos ha conservado un número relativamente
reducido de cuadros y dibujos de este artista; pero to-
das estas obras son lo más admirable y bello que jamás
ha producido el arte alemán. En su total personalidad
permanece Grünewald inferior a Durero ; pero, en cam-
bio, posee el honor de ser no sólo uno de los más gran-
des pintores nacidos en suelo alemán, sino el de habernos
aportado, con su pintura, detalles de pura técnica pic-
tórica, no sobrepasados ni aun por Velázquez ni Manet.
Su primer biógrafo le designó el « Correggio alemán ».
Pero el artista merece una valorización más amplia.
Grünewald reúne elementos del arte de Leonardo, de
Correggio y de Tiziano. Se coincide generalmente en la
opinión de que en sus obras termina el último gótico
alemán de manera grandiosa. No obstante, parte de este
gótico tardío pertenece ya al pleno barroco, e, instintiva-
mente, Grünewald, en los últimos años, supo apropiarse
elementos del Renacimiento, por cuya conquista luchó
largamente Durero toda su vida.
Sólo conocemos cuadros religiosos de este artista,
aparte de dos retratos en el Museo Wallraf-Richartz de
Colonia. Contienen estas pinturas eclesiásticas lo más
profundo y lo más impresionante, y, al mismo tiempo, lo
más fantástico de la mística germana de aquel período ;
flota en ellas la idea de fe correspondiente a una nueva
valorización de cosas : la Iglesia católica, que con el
tiempo debía pasar a ser de una Ecclesia triumphans,
una Ecclesia militans. Mientras en las creaciones italianas
contemporáneas de fines de este largo período triunfal
AUGUSTO L. MAYER
conoció anteriormente con el apellido Gotliard y des-
pués con el de Nithard. Originario, con toda verosimili-
tud, de Wurzburg, vivió mucho tiempo en Seligenstadt y
fué contemporáneo de Durero ; trabajó principalmente
al servicio del elector Alberto de Brandenburgo en las
ciudades de Francfort y Maguncia, y contó con el me-
cenaje del canónigo Reizman, en Aschaffenburg. Sola-
mente se nos ha conservado un número relativamente
reducido de cuadros y dibujos de este artista; pero to-
das estas obras son lo más admirable y bello que jamás
ha producido el arte alemán. En su total personalidad
permanece Grünewald inferior a Durero ; pero, en cam-
bio, posee el honor de ser no sólo uno de los más gran-
des pintores nacidos en suelo alemán, sino el de habernos
aportado, con su pintura, detalles de pura técnica pic-
tórica, no sobrepasados ni aun por Velázquez ni Manet.
Su primer biógrafo le designó el « Correggio alemán ».
Pero el artista merece una valorización más amplia.
Grünewald reúne elementos del arte de Leonardo, de
Correggio y de Tiziano. Se coincide generalmente en la
opinión de que en sus obras termina el último gótico
alemán de manera grandiosa. No obstante, parte de este
gótico tardío pertenece ya al pleno barroco, e, instintiva-
mente, Grünewald, en los últimos años, supo apropiarse
elementos del Renacimiento, por cuya conquista luchó
largamente Durero toda su vida.
Sólo conocemos cuadros religiosos de este artista,
aparte de dos retratos en el Museo Wallraf-Richartz de
Colonia. Contienen estas pinturas eclesiásticas lo más
profundo y lo más impresionante, y, al mismo tiempo, lo
más fantástico de la mística germana de aquel período ;
flota en ellas la idea de fe correspondiente a una nueva
valorización de cosas : la Iglesia católica, que con el
tiempo debía pasar a ser de una Ecclesia triumphans,
una Ecclesia militans. Mientras en las creaciones italianas
contemporáneas de fines de este largo período triunfal