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LA PINTURA alemana

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diantes que sean todas las obras de Amberger, siempre
sentimos la impresión de que en estas pinturas casi
entra en juego una voluntad de comediante, puesto
que el artista alemán llega a los límites de la ocultación
de sí mismo bajo ropajes y máscara extranjeros. Cierto
que estos cuadros no podrían tomarse por obra italiana ;
lo penoso es solamente que, en esta imitación el artista
alemán, la mayoría de las veces no sale ganando nada.
El altar de la Virgen, de la catedral de Augsburgo, tra-
ducción al lenguaje renacentista de un diseño gótico
tardío de Holbein el Viejo, parece trasplantar al suelo
alemán el arte de Palma Vecchio. Amberger, como
pintor de retratos, se inspira igualmente en Tiziano
y en Bronzino ; posee algunos que. por su nobleza de
tono y su delicadeza pictórica, no pueden temer la
comparación con los italianos; así, por ejemplo, el
retrato de un joven Fugger, que guarda la antigua
Pinacoteca de Munich (lám. LI).
La escuela danubiana
En la comarca de Baviera la Vieja el arte fue
cultivado en la Corte ducal con gran afición, sobre todo
bajo el gobierno de Guillermo IV (1), que tuvo lugar
en el siglo xvi. No obstante, los artistas eran más bien
extranjeros que del país. Durante los decenios del propio
Renacimiento fueron llamados principalmente pintores
suabo-augsburgueses y francones ; más tarde, en cambio,
lograron alcanzar una posición elevada maestros como
Federico Sustris y Peter Gandid. El más hábil decorador
que vivió permanentemente en el país y que como
pintor de retratos (Pinacoteca de Munich) no carecía
. (1) E. Bassermann-Jordán, Die dekorative Malerei der
Renaissance am bayer. Hofe. Munich, 1906.
M. Zimmermann, Die büdenden Künste am Hof Albrecht V.
Estrasburgo, 1895.
 
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