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Augusto l. maYeú
variedad que el carácter y grado de tal manierismo.
Bren se apropió motivos de todos los maestros posibles
con la mayor despreocupación, lo mismo de Durero
que de Filippino Lippi, e igualmente del trato con sus
colegas augsburgueses; sobre todo, de Burgkmair supo
sacar gran utilidad. De su última época citemos aquí la
Madona con santos y ángeles, en pleno paisaje, ejecu-
tada en 1512 y existente en el Kaiser Friedrich-Museum
de Berlín, y a continuación su obra maestra, de igual
fecha, las grandes alas de órgano de la iglesia de Santa
Ana, de Augsburgo, y también las pequeñas alas de
órgano realizadas un lustro más tarde. Característica
del vacío estilo tardío romanizante es, sobre todo, la
Madona del Museo de Historia del Arte, de Viena,
ejecutada en 1523, y lo mismo el Martirio de Santa
Úrsula, de la Galería de Dresde. Breu mostró, en cambio,
un arte excelente en todo tiempo, tanto como pintor
de retratos como dibujante de figuras. Todos los re-
tratos, tal como permiten observar los de aquel joven
que conserva el Kestner-Museum de Hannover, poseen
la energía pictórica y la orgullosa obstinación de este
vigoroso artista.
A la sombra de Burgkmair y Breu trabajó Leonardo
Beck, quien, en su proceso evolutivo, principalmente
como retratista, participa de sus dos maestros ideales,
Holbein el Viejo y Cristóbal Amberger. Su obra princi-
pal es San Jorge luchando con el dragón, que se con-
serva en la Galería de Viena, pintura en la que el pai-
saje aparece sentido de una manera totalmente román-
tica, y la Adoración de los Beyes, existente en la Ga-
lería de Augsburgo, la cual produce gran efecto por los
numerosos retratos.
Con Cristóbal Amberger (Augsburgo, por los años
1500-1561), la pintura renacentista augsburguesa, que
se inspira sobre todo en el arte veneciano, alcanza su
mayor perfección clásica. Pero, por armoniosas y ra-
Augusto l. maYeú
variedad que el carácter y grado de tal manierismo.
Bren se apropió motivos de todos los maestros posibles
con la mayor despreocupación, lo mismo de Durero
que de Filippino Lippi, e igualmente del trato con sus
colegas augsburgueses; sobre todo, de Burgkmair supo
sacar gran utilidad. De su última época citemos aquí la
Madona con santos y ángeles, en pleno paisaje, ejecu-
tada en 1512 y existente en el Kaiser Friedrich-Museum
de Berlín, y a continuación su obra maestra, de igual
fecha, las grandes alas de órgano de la iglesia de Santa
Ana, de Augsburgo, y también las pequeñas alas de
órgano realizadas un lustro más tarde. Característica
del vacío estilo tardío romanizante es, sobre todo, la
Madona del Museo de Historia del Arte, de Viena,
ejecutada en 1523, y lo mismo el Martirio de Santa
Úrsula, de la Galería de Dresde. Breu mostró, en cambio,
un arte excelente en todo tiempo, tanto como pintor
de retratos como dibujante de figuras. Todos los re-
tratos, tal como permiten observar los de aquel joven
que conserva el Kestner-Museum de Hannover, poseen
la energía pictórica y la orgullosa obstinación de este
vigoroso artista.
A la sombra de Burgkmair y Breu trabajó Leonardo
Beck, quien, en su proceso evolutivo, principalmente
como retratista, participa de sus dos maestros ideales,
Holbein el Viejo y Cristóbal Amberger. Su obra princi-
pal es San Jorge luchando con el dragón, que se con-
serva en la Galería de Viena, pintura en la que el pai-
saje aparece sentido de una manera totalmente román-
tica, y la Adoración de los Beyes, existente en la Ga-
lería de Augsburgo, la cual produce gran efecto por los
numerosos retratos.
Con Cristóbal Amberger (Augsburgo, por los años
1500-1561), la pintura renacentista augsburguesa, que
se inspira sobre todo en el arte veneciano, alcanza su
mayor perfección clásica. Pero, por armoniosas y ra-