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AUGUSTO L. MAYER
del Prado, con grupos femeninos de las Gracias y de
las Edades de la Vida. En todo su estilo, especialmente
en su colorismo y su manera de modelar, se nota el
reflejo del gran maestro de la estampa en colores (Far-
benholzschnitt). A veces, sorprende en él cierto ca-
rácter «suizo», que hace presentir a Hodler, sobre
todo en las pinturas de Hércules y otras análogas. Su
pericia como pintor de retratos la demuestran el cuadro
que representa al conde Lówenstein, de 1513 (Berlín,
Kaiser Friedrich-Museum), y una serie de retratos de
duques badeneses (Munich, Karlsruhe...).
Un verdadero representante de la manera del último
estilo gótico más que de la renacentista es el pintor,
de nombre todavía desconocido, llamado el Maestro
de Messkirch, cuya obra maestra es el altar de Wil-
denstein, de 1536 (existente en otro tiempo en la Fürst-
liche Galerie, de Sigmaringen). Este artista, proce-
dente del lago de Constanza, estaba dotado de una vi-
gorosa disposición decorativa. Por su manera plana y
por sus colores claros y radiantes, sus obras recuerdan
algo la pintura de vidrieras.
Recientemente ha despertado la atención general el
pintor Hans Fríes (1) de Friburgo (Suiza), nacido en
1465 y m. en Berna después de 1518, por su retablo, des-
graciadamente conservado incompleto, que conserva la
Antigua Pinacoteca de Munich. Esta obra se compone
de varias tablas de pequeño tamaño y está datada en
1501, fecha relativamente temprana. El artista, que
durante su juventud viajó por el Sur alemán y espe-
cialmente en Augsburgo se dejó influir como colorista,
patentiza, en su citado altar, con escenas de la historia
de la Virgen y leyendas de Santos, una original perso-
nalidad, cuyo temperamento se transparentó en todo
detalle. Su pathos artístico recuerda, a veces, un poco
(1) Paul Ganz, Die Malerei der Frührenaissance in der
Schiveiz. Zurich, 1924.
AUGUSTO L. MAYER
del Prado, con grupos femeninos de las Gracias y de
las Edades de la Vida. En todo su estilo, especialmente
en su colorismo y su manera de modelar, se nota el
reflejo del gran maestro de la estampa en colores (Far-
benholzschnitt). A veces, sorprende en él cierto ca-
rácter «suizo», que hace presentir a Hodler, sobre
todo en las pinturas de Hércules y otras análogas. Su
pericia como pintor de retratos la demuestran el cuadro
que representa al conde Lówenstein, de 1513 (Berlín,
Kaiser Friedrich-Museum), y una serie de retratos de
duques badeneses (Munich, Karlsruhe...).
Un verdadero representante de la manera del último
estilo gótico más que de la renacentista es el pintor,
de nombre todavía desconocido, llamado el Maestro
de Messkirch, cuya obra maestra es el altar de Wil-
denstein, de 1536 (existente en otro tiempo en la Fürst-
liche Galerie, de Sigmaringen). Este artista, proce-
dente del lago de Constanza, estaba dotado de una vi-
gorosa disposición decorativa. Por su manera plana y
por sus colores claros y radiantes, sus obras recuerdan
algo la pintura de vidrieras.
Recientemente ha despertado la atención general el
pintor Hans Fríes (1) de Friburgo (Suiza), nacido en
1465 y m. en Berna después de 1518, por su retablo, des-
graciadamente conservado incompleto, que conserva la
Antigua Pinacoteca de Munich. Esta obra se compone
de varias tablas de pequeño tamaño y está datada en
1501, fecha relativamente temprana. El artista, que
durante su juventud viajó por el Sur alemán y espe-
cialmente en Augsburgo se dejó influir como colorista,
patentiza, en su citado altar, con escenas de la historia
de la Virgen y leyendas de Santos, una original perso-
nalidad, cuyo temperamento se transparentó en todo
detalle. Su pathos artístico recuerda, a veces, un poco
(1) Paul Ganz, Die Malerei der Frührenaissance in der
Schiveiz. Zurich, 1924.